A veces puedes, otras debes. La industria automovilística europea está en el momento de hacer lo necesario, no lo deseado. Europa ha sido una referencia mundial, pero hoy China tiene las cifras. En Europa tenemos la historia, pero ya no basta. China está ganando. Como fabricante europeo, o rehaces tu estrategia o desapareces en un mercado que no viste venir.
China tiene problemas, como el exceso de producción y directrices gubernamentales limitantes, pero en energía y coches eléctricos son los líderes. Han vendido 9,4 millones de coches eléctricos en el 2023, frente a 3,2 millones de Europa. Los fabricantes europeos llevan un desfase de dos años en baterías y tecnología. BYD es un claro ejemplo de la revolución china en el sector automotriz. Fundada en 1995, creció rápidamente en los últimos cinco años. De 200.000 vehículos vendidos en el 2020 pasó a los 3 millones en el 2023. La expansión no se limita a China, ahora exporta a 95 países y ha establecido plantas en tres continentes. El año pasado anunció la construcción de una fábrica en Brasil para producir 150.000 coches al año.
La clave de BYD es la tecnología. En el 2020 introdujeron la batería Blade, que mejoró seguridad y redujo costos. En el 2022 superaron a Volkswagen y a finales del 2023 incluso a Tesla en ventas de coches eléctricos. Para sortear los aranceles impuestos por Estados Unidos y la Unión Europea, construyó una planta en Turquía para evitar aranceles y mantenerse competitiva.
En mercados emergentes, BYD tuvo un crecimiento rápido. En Malta lanzó el Atto 3 con éxito, y en América Latina consolidó su presencia en Brasil y México. En Brasil aprovechó la planta abandonada de Ford y lanzó el modelo Dolphin a un precio competitivo. En México lanzaron la camioneta Shark, con gran autonomía y precio atractivo.
En Europa, la recepción ha sido más lenta, afectada por la reducción de subsidios. A pesar de ello, BYD abrió tiendas en Londres, Milán y París, y planea una fábrica en Turquía. La estrategia de integración vertical les permite adaptarse a las fluctuaciones del mercado y consolidarse.
Los planes para EE.UU. están en pausa debido a las tensiones comerciales. Aun así, la flexibilidad de BYD para fabricar rápidamente productos que otros no tienen a mejor precio los hace competitivos.
La competencia con los fabricantes chinos no será sencilla. Empresas como Volkswagen, Stellantis, Ford y General Motors están colaborando con ellos para aprender de su eficiencia. La industria europea necesita acción, no palabras. La prohibición no es la única alternativa. Políticas integradoras, estrategias laborales y producción local de baterías e infraestructura de recarga podrían mejorar la competitividad europea.
En 1980, China permitió a las marcas extranjeras entrar bajo condiciones, lo que ayudó a los fabricantes chinos a desarrollarse. Hoy son líderes en vehículos eléctricos. Europa debe aprender la lección, adaptarse a esta era exponencial y actuar. La nueva plataforma STLA small podría ser un ejemplo, pero ¿estamos dispuestos a reconocer el reto y afrontarlo? El tiempo de las palabras terminó, necesitamos acciones concretas y la determinación europea.