La Tierra está batiendo récords de calentamiento cada año. Una reciente investigación acaba de apuntar, como posible acelerador del efecto, a una reducción del albedo planetario (la cantidad de energía solar que la Tierra refleja hacia afuera y no la calienta). Los principales países emisores de gases de efecto invernadero (China y EE.UU.) deberían tomar nota. En los EE.UU. tomará posesión en breve un nuevo gobierno que no cree que el cambio climático sea un problema. Quizá deberían fijarse en las estadísticas que indican que la potencia disipada en los huracanes se está incrementando y además ese aumento correlaciona con el de la temperatura del Atlántico.
Siguiendo ese hilo, otra investigación ha computado el exceso de mortalidad causada en los EE.UU. por los huracanes entre 1930 y 2015. Oficialmente el número de muertes inmediatas que ocasiona cada uno en promedio es de 24, pero los investigadores han descubierto que el exceso de mortalidad acumulada en los años siguientes anda entre 7.000 y 11.000 por huracán. Así, en los 501 huracanes que han sufrido allí en ese período, el total de ese exceso de muertes oscilaría entre los 3,6 y los 5,2 millones: más que la suma de fallecidos en todo el país desde 1930 por accidentes de tráfico, enfermedades infecciosas y participación en guerras (en la suma entran los de la Segunda Guerra Mundial y la de Vietnam). Se explicaría así la razón de la alta mortalidad característica de su costa atlántica, en lo que era una de las principales incógnitas de la salud pública de ese país.