Esta semana ha sido prolija en noticias de las que te dan ganas de bajarte de la noria y atrincherarte en la mesa camilla a meditar si se trata de una época de cambios o de un cambio de época. Una nueva época en que todas las marcas y valores que hasta la fecha orientaban tus pasos, se han subvertido al punto de no saber hacia dónde caminamos. Los cines Girona de Barcelona, han acogido el primer pase de cine para público nudista de España, una iniciativa que se ha replicado simultáneamente en otras dos salas de Madrid y Valencia y que busca contribuir a romper los tabúes en torno a la desnudez.
La proyección ha reunido a varias decenas de espectadores nudistas —la mayoría talludos— con la obligación de acceder al recinto vestidos y desnudarse dentro de la sala usando toallas para cubrir el asiento.
Las gentes que allí estuvieron se manifestaban encantadas con la experiencia, reivindicando su derecho a poder ver la película con la casquería al aire. «Una experiencia maravillosa», «es una forma de romper un poco los tabúes, que nos marcan que siempre tenemos que ir vestidos», deseamos que tenga continuidad y sirva para «concienciar a la gente de que no pasa nada por ir desnudo: el que lo prueba normalmente continúa porque es muy agradable», han subrayado.
Las asociaciones naturistas tratan de «promover una percepción positiva hacia el cuerpo humano, visibilizando la normalidad de nuestros cuerpos, que mayoritariamente son no normativos». No pongo en duda la satisfacción de algunos en ir al cine en pelotas, ni su libertad para ponerse en bolas cuando les dé la gana, eso sí, siempre que tal afición se lleve a cabo en zonas dónde no molesten al resto, ni mucho menos promover la normalización de tales performances. Ni se me pasa por la imaginación ver Qué bello es vivir con toda la platea despelotada. A parte de una estética más que cuestionable y una dudosa higiene, debe de ser una experiencia térmicamente muy inestable.
La lógica de los tiempos del todo es posible, lleva a surrealismos como reivindicar que «no pasa nada por ir desnudos», lo que abre la puerta a exigir autobuses nudistas, restaurantes nudistas, taxis nudistas, conciertos nudistas o misas nudistas.
Ya sabíamos que una de las características de la Sociedad Posmoderna, a parte de un individualismo salvaje, es la pérdida de contenedores morales como el pudor y la vergüenza. La propia y la ajena.
Así que hasta que los Reyes Magos no vengan en pelotas, a los camellos, ni agua.
¡Felices Fiestas!