Las canas y las arrugas de Felipe González

OPINIÓN

Mariscal | EFE

24 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Si al protagonista de esta foto le llegan a avisar en 1982 de que, en cuarenta años, un sucesor va a amnistiar e invitar a merendar a un golpista fugado, y que incluirá el evento entre los presuntos éxitos que cada final de año susurra por la tele a los españoles, a lo mejor las canas y arrugas que dibujan su cara se le aparecían de golpe, lo cual iba a exigir una explicación convincente en plan «tengo 40 años y aparento 80, pero es que he visto el futuro». O quién sabe si este hombre hubiese decidido renunciar a todo, o sea, a ganar elecciones y bonsáis, con tal de impedir que el tal Pedrito, un niño de 10 años, llegue a la Moncloa. La Historia cambiaría para siempre, no habría felipismo, ni años gloriosos del PSOE, ni Expo en Sevilla, ni chaquetas de pana. Y la gente, al ver a este hombre entrado en canas y en arrugas rodeado de periodistas se preguntaría, ¿quién es, le habrá tocado el gordo? Y, entonces, se oiría a lo lejos que no, que el gordo un año más ha caído, íntegro, en Waterloo.