«Recuerda que nadie es más que nadie y que si te lo propones llegarás tan lejos como quieras». Así pensaba Amador cuando, con poco más de veinte años, ya ocupaba puestos de responsabilidad en importantes empresas gallegas. Era una persona que se crecía ante los grandes retos que, desde muy joven, se le presentaron en su carrera profesional.
Ese carácter ganador, de líder natural, nunca fue un obstáculo para mantener un comportamiento cercano y cariñoso con sus compañeros de la infancia, del colegio, de la carrera, o con las personas que trabajaban con él. Con todos ellos le gustaba organizar comidas de confraternidad, donde las diferencias sociales desaparecían.
Con 37 años ya se había convertido en el director general de Astano, una gran empresa con miles de trabajadores, que construía los mayores petroleros del mundo, convirtiéndose en el directivo del INI más joven de España. Antes había ocupado puestos de dirección en otras grandes empresas como Mafriesa e Inditex.
Su trayectoria como empresario continuó hasta formar uno de los grupos empresariales más importantes de Galicia.
En los últimos años una dura enfermedad lo apartó de la primera linea. Hoy, con su familia al frente, este grupo empresarial fundado por él sigue ampliándose y consolidando su presencia en la sociedad gallega.
La familia era un pilar fundamental en la vida de Amador. Rosa, su novia de toda la vida, desde la Escuela de Comercio, se convirtió en su mujer y la madre de sus tres hijas. Con ellas formó un maravilloso clan del que siempre se sintió orgulloso.
Amador era altruista y solidario, concretamente su implicación en la integración laboral de personas con discapacidad. Su lema era «hay que devolverle a la sociedad parte de lo que nos da». Siguiendo este ejemplo de compromiso social, su mujer y sus hijas crearon una fundación, que lleva su nombre, en favor de los enfermos de Alzheimer y de las personas con síndrome de Down.
Además de la confianza en si mismo y de su gran capacidad para organizar y liderar equipos de trabajo, la otra faceta del carácter de Amador era la importancia que le daba a la amistad, algo que perduraba por encima de circunstancias personales o profesionales.
Yo, que fui compañero suyo en Económicas y trabajé con él varios años en Astano, tengo que decir que, sobre todo, tuve la suerte de ser su amigo, desde que lo conocí hasta el final de su vida. Descansa en paz Amador. Que Dios te guarde.