En los primeros lanzamientos de cohetes para colocar un satélite que gire alrededor de la Tierra o para enviar una nave a la Luna, no se recuperaba prácticamente nada del material utilizado. En el caso de los lanzamientos hacia la Luna, el cohete iba desprendiéndose paulatinamente de sus fases de propulsión, que se soltaban al espacio sin más preocupación. Al final, en el caso de las naves norteamericanas, llegaba a la Tierra una cápsula, que caía en el mar. Un buque acudía raudo y veloz al punto de caída. Se abría la escotilla para que los astronautas pudiesen salir al exterior. De todo el enorme cohete, solo se recuperaba la cápsula que había caído al mar. Los rusos dirigían sus naves espaciales hacia un cosmódromo, que es un conjunto de instalaciones preparadas para el lanzamiento, llegada y asistencia técnica de cohetes o naves espaciales.
La captura al vuelo del cohete Falcon Heavy (La Voz, 20-10) es todo un alarde de ingeniería. Se hace en la propia plataforma que lo había lanzado al espacio (Cabo Cañaveral). La captura al vuelo ha confirmado el liderazgo absoluto de la empresa SpaceX de Elon Musk. El éxito comienza con la reunión previa de ingenieros de primera línea especialistas en diseño, en fabricación, en mecánica de fluidos, en propulsión, en estructuras, en sistemas, etcétera, y continúa con el logro de una gran coordinación para que todo funcione de acuerdo con lo previsto.