2025, año de una profunda y necesaria regeneración política

Pedro González Vieites PUNTO DE VISTA

OPINIÓN

BENITO ORDOÑEZ

03 ene 2025 . Actualizado a las 12:17 h.

Ahora que terminó el año 2024, y dado que son épocas de hacer balance, me pregunto por qué hemos estado caminando hacia un modelo de convivencia insostenible y del que intentan huir los jóvenes, a los que no se les ofrecen posibilidades de planificar su futuro, simplemente por la aplicación de políticas que no hacen sino perjudicar aquella ilusión. Sin condiciones para crear esperanza y empleo digno y estable, las sociedades se hunden y desvanecen dado que su capital social se diluye.

La situación a la que nos llevan ciertas decisiones de carácter político y, por derivada, en sus entornos sociales es francamente inquietante y sus consecuencias pueden revestir un carácter de absoluto fracaso a pesar de su altísimo coste en términos económicos. El profesor Nouriel Roubini, en su libro Cómo salimos de ésta, nos recuerda que las crisis rara vez afectan a economías perfectamente sanas, normalmente existen vulnerabilidades y flaquezas que sientan las bases para el colapso.

El que fuera presidente de los Estados Unidos Theodore Roosevelt decía en una intervención en el Congreso de aquel país, allá por el año 1938, que una democracia no está asegurada si su sistema de negocios no ofrece empleo ni produce y distribuye bienes de manera que sostenga un nivel de vida aceptable. Cuanto más nos alejamos de este objetivo, entonces, al sistema resultante, con absoluta rotundidad, se le podría poner cualquier calificativo menos el de una verdadera democracia y de un Estado de derecho, que proporcione un alto grado de equidad y de cohesión social.

Las necesidades reales de la población —trabajo digno, educación de calidad, sanidad, seguridad jurídica, protección del medio ambiente, cambio climático incluido— precisan de una clase política con una sólida capacitación para la acción de gobierno que los ciudadanos demandamos, en una época de tanta incertidumbre como la actual.

Me preocupa, ante la evidencia de las últimas actuaciones de las élites dirigentes de nuestro país para la renovación del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, de la ingobernabilidad de la nación ante la debilidad parlamentaria del Ejecutivo, de la situación de Cataluña, de la corrupción económica, de la politización de la justicia, etcétera, cómo vamos salir de esta tesitura ante una inquietante decadencia de una clase política que no está siendo capaz de gestionar la envergadura y alcance de una situación como la descrita.

Por todo ello, en mi opinión se podría sugerir que ha llegado la hora de plantearse la necesidad de una profunda regeneración política, para lo que tal vez deberíamos proponer y recomendar a nuestras élites gobernantes que nos informen de su hoja de ruta ante el gran desafío al que nos debemos enfrentar para encauzar su rumbo. Al fin y al cabo, una democracia plena consiste en que el pueblo debería poder opinar sobre aquellos asuntos públicos que le afectan directamente. Mis mejores deseos para el año 2025.