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Hasta hace unos días, Magdeburgo era conocido por la famosa experiencia de los Hemisferios de Magdeburgo, realizada por Otto von Guericke, en 1564, en esta ciudad alemana, para demostrar el poder de la presión atmosférica.
En la experiencia se acoplaban los dos hemisferios para formar una esfera. Se extraía el aire del interior mediante una máquina neumática, consiguiendo el vacío. En el polo de cada hemisferio había una argolla para introducir una cuerda y así poder tirar de ella. El experimento consistió en tratar de separar las dos semiesferas mediante dos tiros de ocho caballos cada una, que tiraban en sentidos contrarios. No se consiguieron separar, porque la diferencia de presión entre dentro de la esfera (vacío) y fuera (presión atmosférica) era considerable.
Algo similar es lo que sucede con los botes de productos alimenticios envasados al vacío (bonito, mermeladas, mayonesa, etcétera). Para conseguir abrirlos hay que hacer una fuerza considerable. En cuanto se hace entrar aire, se igualan la presión exterior e interior y la apertura del bote es fácil.
En Magdeburgo, a finales de diciembre, un médico saudí, alquiló un vehículo todoterreno y embistió con él, a gran velocidad, a las personas que se encontraban en un mercadillo navideño del centro de la ciudad, causando dos muertos y 70 heridos. Espero que Magdeburgo se siga reconociendo por la experiencia de los hemisferios y no por este acto de tremenda crueldad.