La televisión a la carta es un invento prodigioso que amenaza con desbordar el vaso de su propio éxito. La oferta de producciones y plataformas de streaming se ha multiplicado de forma exponencial en los últimos años, pero el tiempo libre del espectador sigue siendo el mismo, con obligaciones que tienen que encajar en días de 24 horas. Querer verlo todo solo conduce a la frustración. Un directivo de Netflix reconoció hace tiempo que el principal enemigo de su negocio no son las otras operadoras, sino el sueño que acaba por vencernos ante la pantalla.
Para adaptarse al aumento de los estímulos, cada uno desarrolla estrategias de supervivencia. Los espectadores exploran su capacidad para convertirse en abonados sucesivos, consumidores infieles que agrupan las series más prometedoras y se registran en un solo servicio durante el tiempo necesario para acabar sus episodios. Una vez completado el ciclo, se dan de baja y vuelan a otra suscripción para repetir el proceso.
Por su parte, las plataformas han completado el veto a las cuentas compartidas y la incorporación de publicidad y ahora el próximo paso puede ser la agrupación de servicios. Movistar+ ya ha agregado Apple TV+ para los suscriptores que más pagan y Prime Video permite agregar canales prémium. A ver a Filmin, con su venta, qué destino le depara.