La controversia de Valladolid

Luis Ferrer i Balsebre
luis ferrer i balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

Trump junto a Netanyahu en una imagen de archivo.
Trump junto a Netanyahu en una imagen de archivo. RONEN ZVULUN | Reuters

27 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El 15 de agosto de 1550 se celebró en Valladolid un famoso debate, conocido como La controversia de Valladolid, entre el dominico Fray Bartolomé de las Casas y D. Juan Ginés de Sepúlveda, un sacerdote y jurista católico de Córdoba. Debatían sobre la polémica de los naturales, los indígenas de las Indias, recién conquistadas.

Fray Bartolomé defendía a los indios y hoy es considerado un pionero de la lucha por los derechos humanos. Sepúlveda, al contrario, fue defensor del derecho de conquista, de colonización, de la conversión forzada y de la esclavitud en el virreinato.

Se trataba de construir una base teológica y de Derecho para decidir cómo tratar a los indígenas. No acabó —como suelen no acabar los debates importantes—, pero sí provocó el desarrollo de la Ley de Indias, donde la Monarquía española reguló la vida social, civil, política y económica en todos los territorios del Imperio español. Los indígenas fueron considerados ciudadanos con los mismos derechos que todos los españoles (ningún otro Imperio hizo tal cosa).

Cuando se toman decisiones trascendentales hay que debatir, no de la opinión que tiene cada parte, sino en la búsqueda de bases sólidas tanto de Derecho como teológicas que reconocieran a las dos partes.

Durante una noche insomne estuve escuchando la historia de la famosa controversia y no me paró la cabeza encontrando analogías contemporáneas. Pensaba que, con el advenimiento de Donald Trump, alguien tendría que haberle recordado los argumentos de Fray Bartolomé y las Ley de Indias, quizás así dejase de considerar a los emigrantes como seres sin alma que se comen las mascotas.

Tampoco vendría mal un debate en los términos de Valladolid entre Netanyahu y Hamás, para ayudarles a ser capaces de dejar de considerar a los otros como seres infrahumanos, susceptibles de ser expulsados y exterminados (algo que para ambas religiones resulta herético, pero les da igual).

La polémica de los nacionalismos también se alumbraría con las exposiciones de Sepúlveda y Bartolomé y conseguirían concluir que la dignidad humana no es territorial, sino espiritual, igual de respetables las dos.

Apuntaban las primeras nieblas del alba cuando concluí que estaba congelado en el tiempo, que cuando uno lee la historia se da cuenta de que siempre estamos en lo mismo, sea el galeón de Manila, el Titanic o el cohete de Elon Musk. Da desazón pensar que no se trata de conocer la historia para no repetirla, porque aunque la conozcamos, se repite igual.

Como Alicia corriendo y la Reina gritaba: «¡Más rápido, más rápido!». Alicia veía que por más rápido que corriera, las cosas no se movían del sitio. ¿Será que todas las cosas se mueven con nosotros? —pensó—. Fin de la cita.