
Hace siete días, mientras Donald Trump tomaba posesión como presidente, en algunos medios se reían del personaje y auspiciaban un futuro de ultraderechistas perversos gobernando el orbe. Han caricaturizado a Trump. Sin embargo, su victoria ha sido inapelable. Se reían, mientras él tomaba posesión, los mismos que vitorean la democracia española (esa que consiste en que el poder esté en manos, cada vez más, del mismo político). Trump ganó con el 49,9 % de los votos. Más de setenta y siete millones de estadounidenses lo votaron. Sánchez perdió las elecciones del 2023. Sobrepasó el 31 %, pero su contrincante, Núñez Feijoo, se fue al 33 %. Cierto es que el PP esperaba un mejor resultado. Sin embargo, los datos son datos y no se discuten. En esas elecciones, Vox alcanzó más del 12 %. Con el 33 % de los populares sumarían alrededor del 46 % de los votantes. No llegaban en número de diputados para gobernar. Y no gobernaron. Y así, hasta hoy.
En varias ocasiones he escrito, y regreso a ello, que el verdadero aliado de Sánchez es Vox. Vox, y nadie más, es quien propicia que el «Gobierno Frankenstein» (una idea de Rubalcaba) sea una realidad y no una quimera. Me sorprende observar cómo la izquierda tiene claro cuál es el enemigo. El único que puede arrebatar el poder a Sánchez. Desde primera hora de la mañana escucho o leo a sus apologetas. Al unísono. Como si alguien les dijera exactamente lo que deben hablar en tertulias radiofónicas o televisivas, escribir en periódicos, redes sociales, etcétera. El enemigo es Feijoo. Feijoo, para ellos, es el problema: porque solo Feijoo puede ser el nuevo presidente. Y no desvían su cauce. El PP, mientras tanto, está danzando sobre la cuerda floja. Parece que van a tumbos. Parece que no tienen coraje de decir que Vox es un apéndice (un apéndice natural, dialécticamente, de la ideología dominante) que ha deturpado su dirección. Y la dirección, la única, es sacar del poder al PSOE y asociados. Solo Feijoo puede ganarle a Sánchez. Solo Feijoo puede ser la alternativa a Sánchez. Lo demás es perder el voto. O tirarlo. La izquierda lo sabe. Y desea que la derecha siga tirando su voto. Cada voto a Abascal es, en definitiva, un voto a favor de Sánchez.
No insistiré en el asunto porque sé que no todos me entenderán. Pensarán muchos que estoy diciendo que Vox propicia que gobierne Sánchez cuando Vox, de facto, está siempre en contra de Sánchez. El problema es que Vox no acierta en el camino que debe recorrer. La semana pasada sacaban pecho con Trump. Y sacando pecho con Trump están abriéndole puertas al actual Gobierno de España. El mensaje de Sánchez es claro: ¡que viene la ultraderecha! ¡Que nos roban las pensiones! Pero la ultraderecha en España (en Galicia ni existe) representa una parte minúscula de la sociedad. Y, sin embargo, son los que propician que Sánchez gobierne. Parece una paradoja, pero es la verdad. El enigma no es Trump, es Vox.