La vivienda en Galicia y la última camiseta de Valerón
OPINIÓN
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Elegir dónde vivir y cómo afrontar su coste es un desafío que desvela a muchos gallegos, reflejo de una crisis que azota a toda Europa. El problema de la vivienda no es nuevo, pero sí representa una novedad que el factor más determinante para entender la actual crisis sea la falta de oferta.
Como cualquier otro bien, cuando este escasea, los precios suben. Pongamos un ejemplo: si solo quedase una camiseta de Valerón en todo el mundo, ¿cuál sería el precio que estarían dispuestos a pagar los fans del Deportivo por ella? El precio para conseguir ese último ejemplar sería astronómico. Y es que las dinámicas del mercado son inexorables: cuando la oferta se agota, los valores se encarecen.
Así, mientras aumenta la demanda de vivienda en A Coruña, Vigo o Santiago, no lo hace la disponibilidad de viviendas en venta o alquiler. Una problemática que está afectando especialmente a jóvenes y familias con menor poder adquisitivo. El único camino para garantizar que todos los ciudadanos puedan acceder a una vivienda digna es incrementar el número de viviendas en el mercado. Un camino que, para desgracia de los creyentes de las soluciones simplistas, no pasa por más restricciones a la libertad de mercado.
Lejos de abordar el corazón del problema, la Ley de Vivienda promovida por el Gobierno de Sánchez no ha hecho sino agravar esta difícil situación. Esta norma desincentiva a los pequeños propietarios a poner sus viviendas en alquiler, invade competencias autonómicas, contribuye a la inseguridad jurídica y protege más a los okupas que a los caseros.
La Xunta, por su parte, sí se ha puesto manos a la obra, nunca mejor dicho. Desde el profundo conocimiento de nuestra tierra, ha impulsado un incremento de vivienda pública, triplicando el presupuesto dedicado a esta materia, desarrollado un modelo de ayudas para acceder a una hipoteca y un sistema de incentivos fiscales para fomentar que los propietarios alquilen sus viviendas vacías.
La solución pasa por hacer las cosas con sentidiño y pensar en los ciudadanos, no en confrontarlos. Hay que terminar con la persecución a los llamados rentistas, que son clave para fomentar que más viviendas salgan al mercado a buenos precios.
¿Cómo solucionarlo? Europa nos pide más oferta y menos trabas, que es la receta del Partido Popular. Queremos movilizar suelo público —del Ministerio de Defensa, de las comunidades autónomas, etcétera— para vivienda pública, e impulsar a la vez la construcción privada con más agilidad burocrática y menos impuestos. Invertir en la rehabilitación de inmuebles, avalar a los menores de 40 años la compra de su primera vivienda y blindar por ley los desalojos de okupas en 24 horas —como, por cierto, sucede en casi todos nuestros vecinos europeos—.
Todo el mundo merece una vivienda digna y asequible. O actuamos bien de manera inmediata, o la oferta seguirá bajando y, como en el caso de la camiseta de la figura más icónica del Superdépor, los precios seguirán subiendo y acabarán pagándolo los que menos tienen.