Y sin embargo, una canalla

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

CONTACTO vía Europa Press | EUROPAPRESS

05 feb 2025 . Actualizado a las 12:01 h.

Aún sin haber visto todavía Emilia Pérez, el estruendo con el que la actriz Karla Sofía Gascón irrumpió en la escena mediática nos había permitido elaborar un perfil previo sobre el personaje. Porque, además de hablar de cine y de su meteórica e inesperada carrera, todas sus declaraciones destilaban la amargura de una vida perra. Nacida en Alcobendas en 1972, su carrera brilló sobre todo en México, desde donde saltó al casting de Emilia Pérez, la historia de un narco trans con una peripecia de reasignación similar a la suya. En casi todas las conversaciones previas al terremoto que la acaba de arrasar y zanjar su futuro como estrella se quejaba con más resentimiento que resignación de la porquería que le tocó sortear y del odio que recibió por su condición de mujer transgénero. Era todo creíble y seguro que cierto, pero, en el escrutinio inevitable al que se te somete cuando estás en el foco, el pasado llamó a su puerta. Un pasado imposible de borrar, porque nuestra vida digital es eterna y lo que un día dejaste impreso en redes formará parte de lo que eres para siempre.

Lo que ha aparecido en ese registro es terrible. Una lista interminable de barbaridades que solo pueden ser las ocurrencias de una mala persona y que seguro le van a costar la carrera a la que estaba llamada. Lo interesante de este trance en el que ahora se encuentra es la censura general a un comportamiento lamentable. Y la evidencia de que el hecho de haber sido víctima, incluso de serlo ahora mismo, no te concede un visado para ser canalla, como tampoco pertenecer a una minoría perseguida y ridiculizada te proporciona un algodón para disimular un alma podre. Lo siento por Karla Sofía, pero su bajada a los infiernos es la demostración de que no a todos nos vale todo.