Glorietas en Portugal versus España

M. García Castro EN LÍNEA

OPINIÓN

María Pedreda

05 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En fechas previas a las de Navidad, nuestros vecinos portugueses, hartos del comportamiento de los conductores españoles a la hora de afrontar las glorietas, emprendieron una campaña en las redes sociales para advertir a los que les visiten que al traspasar la raia tienen que cambiar el chip, porque en Portugal sí han incluido en sus normas de tráfico la forma de circular por las glorietas, y que, en síntesis, consiste en limitar el uso del carril exterior al último tramo, antes de abandonar la glorieta o, lo que es lo mismo, algo tan sensato como impedir que desde el carril de la derecha se gire a la izquierda. Y es aquí donde chocan las dos formas distintas de utilizar las glorietas, porque en España no se ha regulado la circulación por las mismas, lo que da lugar a interpretaciones disparatadas. Desde el gremio de las autoescuelas y con la anuencia de la Dirección General de Tráfico (DGT), buscando facilitar las cosas a sus alumnos, optaron por una sencilla solución consistente en utilizar solo el carril de la derecha, sin importar la salida que se vaya a tomar. Y, para justificar tal disparate, obviaron que una glorieta es una intersección y se inventaron que es un vial como cualquier otro (con la única diferencia de que es circular) y que,  por tanto, por el mismo se debe circular siempre por el carril de la derecha, dejando el izquierdo para adelantar. 

Al carecer de una norma ad hoc, a la DGT le pareció acertada la medida porque así se aplica, por analogía, la norma de disciplina de carriles, y eso facilita claridad en los exámenes. También las aseguradoras y hasta la propia judicatura vieron en ello seguridad jurídica. Pero resulta que la seguridad jurídica —en este caso— no aporta fluidez ni seguridad vial. Por tanto, lo sensato hubiera sido que se reconociese que una glorieta es una  intersección y, por ende, se aplicase la norma que regula los cambios de dirección. Y entonces, el carril de la derecha se emplearía solo para girar a la derecha (primera salida) o seguir de frente (segunda salida), y cualquier otra salida, incluido el cambio de sentido, se realizaría por el carril de la izquierda. Utilizar el carril de la derecha para girar a la izquierda va contra toda lógica; es la causa de que la forma de afrontar las glorietas en España sea incompatible con la de nuestros vecinos y, sobre todo, es el origen de todos nuestros males en dichas infraestructuras.

En todo caso, este galimatías tiene una solución. Y esa solución —como llevan casi un cuarto de siglo demostrando las glorietas feitas na Coruña— consiste en los carriles longitudinales, que no solo aportan claridad a los conductores, sino que, si están bien diseñados,  también aportan seguridad jurídica y, sobre todo, seguridad vial y fluidez en el tráfico, porque permiten compatibilizar tantos movimientos como carriles tenga el vial de salida, y realizar cualquier movimiento, incluido el cambio de sentido,  sin necesidad de cambiar de carril (los cambios de carril siempre son un problema). Tal vez esa versatilidad sea la que conquistó América. De un tiempo a esta parte, modelos similares a los coruñeses proliferan en diversas ciudades norteamericanas. Y eso para un servidor, que lleva lo que va del siglo XXI luchando contra el mundo, no deja de ser un soplo de esperanza de que algún día lleguen de rebote a España, presumiendo de que son importados de EE.UU. Y cuando esto se generalice acabarán las pesadillas de los conductores españoles en las glorietas.