Ni números ni problemas: niñas y niños con derechos
OPINIÓN

Parece ser que en nuestro país es un problema asegurar el derecho a una vida digna a cuatro mil niños y niñas, el 0,008 por ciento de la población. No nos debería extrañar que España siga siendo uno de los países europeos con mayor pobreza infantil y de los que menos presupuestos dedica a la protección de la infancia.
Niños, niñas y adolescentes en una vulnerabilidad y soledad extremas, tras procesos y situaciones traumáticas, pero que tuvieron la valentía de soñar una vida mejor y se lanzaron en su busca. Que precisan con urgencia protección para garantizar su acceso a derechos básicos y que suponen una inyección de talento y oportunidades. Hay un problema, sí, pero político. De partidos que se dicen de Estado, pero que, tras frases vacías del tipo «nuestros niños son el futuro», parecen más interesados en negárselo evitando la coordinación y el acuerdo o, lo que es mucho más grave, siendo cómplices por acción u omisión de quienes promueven en su beneficio la aporofobia, el odio y la violencia hacia las personas más vulnerables.
No será por propuestas. Organizaciones como la Plataforma de Infancia están haciendo un trabajo inmenso por los derechos de niñas y niñas no acompañados. Ahora, intentando asegurar su protección en la tramitación del procedimiento para determinar su edad.
En Galicia, está demostrado el compromiso y la calidad de las y los profesionales que en la Xunta, concellos y organizaciones del Tercer Sector trabajan por la inclusión y protección de niños y niñas. Un modelo de intervención personalizado muy diferente al de los macrocentros de otras comunidades. Es comprensible y loable su preocupación ante esta incertidumbre absurda.
Las personas no son culpables ni de su pobreza ni de su sufrimiento. Las niñas y niños no acompañados no son un problema que resolver, sino una responsabilidad que asumir. Garantizar su protección y bienestar no es un gesto de generosidad, sino una obligación legal y moral para una sociedad que protege a la infancia sin distinción de origen, religión o identidad.