Para los que no estén puestos en el tema es importante contextualizar los hechos. María Casado, presentadora del informativo de Telecinco, despide el telediario de pie, vestida de blanco, con el micrófono en la mano cantando un clásico de Los Pecos. En la pantalla de fondo se leen las letras de la canción al tiempo en que ella la hace suya: «Háblame de ti, de la libertad, si las clases te aburren hacia dónde vas...». Pasan unos minutos (que se hacen largos) y ahí sigue, entonando y mirando a la cámara para alertarnos con un final moralizante a pleno pulmón: «Pasen buena semana, pierdan la vergüenza y disfruten». Es difícil sobreponerse al pequeño espectáculo. Estoy perdida.
Ya hace tiempo que los telediarios se encaminan al show, superados los chistes entre compañeros, los llantos, el baile de estilismos con las pantallas de fondo cada vez más llamativas..., todo lleva al despiste. En otro telediario, un reportero que entrevista a Los Pecos les pone un audio en el móvil de su padre —un fan convencido— en el que les manda un saludo. Otro momento tenso para el espectador. El efecto Pecos arrastra una tendencia hipnótica en la que los clásicos y formales presentadores de los informativos se borran del mapa. Gana el entretenimiento, es tiempo de atrapar a la audiencia de cualquier manera. Todo es confuso, una nebulosa, un tiempo de exhibición. Echo de menos a Rosa María Mateo.