La rigidez del espacio-tiempo

Jorge Mira Pérez
Jorge Mira EL MIRADOR DE LA CIENCIA

OPINIÓN

XOAN A. SOLER

18 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Kip Thorne, premio nobel de física 2017, ha alabado el nivel de la enseñanza e investigación que ha visto en su reciente visita a Galicia. Es uno de los científicos más reconocidos del mundo, y uno de los principales referentes en el área de la teoría de la relatividad general, enunciada por Albert Einstein en 1915 y que es el modo en el que la física actual estudia los fenómenos gravitatorios. En ese marco se estudian las llamadas ondas gravitacionales, perturbaciones del espacio-tiempo creadas por violentas variaciones de masa-energía.

Pero el espacio-tiempo es extraordinariamente rígido, muy difícil de perturbar. En la ecuación principal de la teoría de la relatividad general se igualan, por un lado, las variaciones en la geometría del espacio-tiempo y, por otro, la fuente que las causa: la masa-energía. Pero los efectos causados por esa masa-energía (medida en unidades de metro, kilo y segundo) están modulados por un número ínfimo: es proporcional a la constante de gravitación universal (¡que es pequeñísima!: 0,000000000067) y, por encima, está dividido por la velocidad de la luz elevada a la cuarta potencia (que es un número enorme: ¡un 81 seguido de 32 ceros!). Por tanto, ante una fusión de agujeros negros en la que se esfuma de golpe una masa varias veces mayor que la de nuestro sol, el efecto observado en la geometría del espacio-tiempo es minúsculo: la distancia entre la tierra y el sol varía menos que el diámetro de un pelo. Fue casi una locura que Thorne y sus colegas se lanzasen hace 50 años a medir algo tan pequeño.