
Es extraño que un jefe de Estado visite regularmente otro país por motivos privados. Suele indicar que algo no va bien. O que dedica más tiempo a sus asuntos que a los de su patria, aunque tenga esa palabra en la boca todo el tiempo.
Javier Milei vuelve a España. A Madrid. Y no para verse con Felipe VI o Pedro Sánchez. Viene a participar en un supuesto foro económico organizado desde Andorra e impulsado por una empresa de criptomonedas. Coincidirá con expolíticos, como Albert Rivera o Esperanza Aguirre; con gente de extrema derecha, como Iván Espinosa de los Monteros; con amigos del ocultismo y las conspiraciones, como Iker Jiménez; y con teóricos liberales como el profesor gallego Miguel Bastos, intenso, carismático y popular.
El cartel es espectacular (entiéndase la retranca). Y las entradas cuestan entre 100 y 7.500 euros (han leído bien). ¿Qué hará Milei allí? Suponemos que no repetirá la jugada que hizo perder dinero a muchos argentinos, promocionando inversiones peligrosas. Entonces hará política. De la peor. Sería una gran sorpresa que no insulte al país que lo recibe y a su Gobierno. Y que no lo jaleen populistas y ultras. ¿Qué llevarán al alegre evento en Vistalegre? Si a un concierto de Aitana vas de azul, por lógica, a un mitin de Milei tendrías que llevar una motosierra. Y liarla parda.