
Internet agoniza. La Red de redes ha sido apuñalada mortalmente, con cierta premeditación y altas dosis de alevosía, por la empresa que más le debe, Google. Su buscador, que fue durante dos decenios la puerta para descubrir y visitar millones de páginas y sitios web, ya no cumple esa función primordial. Se está transformando con pasos acelerados en una «máquina de respuestas» hechas con IA. Y eso lo cambia todo. A peor.
Los enlaces han pasado a segundo plano. A tu pregunta responde un chatbot que elabora su respuesta arañando información de aquí y allá, presentándola como veraz y sólida, pero sin garantías de que no se haya equivocado o se lo haya inventado (lo que es muy frecuente). Y reduciendo la fuente original, al creador del contenido, que gastó tiempo y dinero para elaborarlo, a una simple nota al pie. ¿Actúa como un vampiro? Sí
Investigada por monopolio y presionada por el éxito de ChatGPT (que supone la misma amenaza), Google va a destrozar el ecosistema actual de internet. No debería de salirle gratis. Los poderes públicos tendrían que obligarle a responder por los daños que puedan causar los textos, audios y vídeos de su inteligencia artificial. Tendrían que fichar muchos correctores, seguramente humanos. Y varias legiones de abogados.