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El puente de Vilanova, a cubierto

Jesús Manuel García OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Los técnicos aconsejan tapar con una capa especial el piso original descubierto para frenar las filtraciones La aparición del pavimento antiguo obliga a proteger aún más la estructura

02 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Como la Cibeles es a Madrid o As Burgas a Ourense, así es también el puente de Vilanova a Allariz. Elementos todos ellos imprescindibles en la esencia de estas poblaciones. Sabe el lector que este monumento vive un proceso de restauración, lo que ha generado un debate que ahora ve una solución porque si bien se le ha eliminado por completo la capa que cubría las piedras de la calzada, existía la cuestión acerca de si dejar que el pavimento original quedase a la vista para su uso y disfrute o si, por el contrario, era mejor preservarlo y que sobre él pudiesen pasar los coches. Un problema de esta obra de ingeniería medieval es que no puede cerrarse al tráfico. O sí, pero en este caso trastocaría la circulación de coches por el centro histórico de la villa. Al lado se ha hecho un aparcamiento y allí se levanta un complejo recreativo, deportivo y turístico. Total, que los coches tienen que seguir circulando sobre este puente. Humedades Y ante esta necesidad imperiosa surgió la posibilidad, incluso, de dejar el pavimento recién descubierto como está, pero poner por lo menos las marcas de rodadura para los automóviles, evitando así los desniveles entre una piedra y otra que el pavimento original ofrece. El singular puente alaricano tiene otro problema, las filtraciones de agua entre esas piedras de la calzada que felizmente pueden verse hoy. Y aún hay más: el arco de la margen izquierda tiene las dovelas desencajadas. Para evitar su deterioro al final se ha optado por cubrir el pavimento original con una capa que impermeabilice el monumento cortando las filtraciones que dañarían su estructura. Se le aplicará arena y una capa de rodadura a base de fajas de piedra con cuadros de hormigón lavado. Un gran conocedor de la historia local, Antonio Blanco, nos remite al escudo. Lleva en sus armas un puente de tres arcos y recto en su parte superior, indicador, dice Blanco, de que hubo otro romano. Se situaría en el entorno del actual. No se puede olvidar que desde esta parte de la villa sale la calzada romana, tramo al que aún hoy se le conoce así. Cerca estaba la sede de los caballeros de Malta, los sanjuanistas que ejercían el control del puente más o menos a finales del siglo XII. «Esta ponte é do século XIII» dice Blanco. De lo que no cabe duda es que constituye parte del alma de Allariz. Los vecinos lo saben bien. La obra que vemos hoy ha pasado por varias reconstrucciones. Le da nombre el templo que se levanta a su lado, obra románica que fue de los sanjuanistas. En el siglo XVI resultó dañado por las crecidas del río; hacia 1571 volvió a resultar afectado en sus arcos por lo que se repuso el paso con arcos de madera, que duraron 26 años. Tuvo que llegar el año de 1597 para reconstruir esa estructura en piedra. La tarea acabó en 1600 y esto se sabe porque así quedó puesto en un sillar que el visitante puede ver por debajo del escudo local. Alvarado escribió hace unos años que el puente alaricano sufrió con el paso de coches. Abogaba por verlo como hoy está, con la calzada de piedra. El puente gana en belleza pero está por ver la otra cuestión que deseaba el ingeniero: dejarlo peatonal. El debate no pudo continuar. Se hizo imperioso, según el consejo técnico, optar por cubrir lo descubierto. Esto no impide que el de Vilanova deba seguir siendo seña de identidad de Allariz por muchos años más. Y sin entorpecer la vida local. Siete siglos contemplan esta obra que ahora muestra su calzada original. Pero será por poco tiempo.