Reportaje | Profesionales sin carné Cándido Cid, psicólogo y naturópata, tiene en su localidad de Xinzo la única máquina de bioresonancia de Galicia con la que asegura que se diagnostican enfermedades con un acierto del 90%
12 mar 2004 . Actualizado a las 06:00 h.?n el centro de Xinzo, oculto en la trastienda de un comercio de productos naturistas, se esconde un artilugio sorprendente. Una máquina de bioresonancia. Una joya de la tecnología alemana al servicio de la medicina. Un esclarecedor de diagnósticos. Un detector de enfermedades. Cándido Cid, propietario del singular aparato, es un limiano de apariencia corriente, pero trufado por una personalidad inquieta: siempre quiere saber más. De forma que este psicólogo de formación universitaria que se ganaba la vida con los dividendos que le dejaba una granja de cerdos adscrita a la red de Coren, cambió un buen día de vida, apenas iniciados los 90. Vendió su negocio porcino y con el dinero de la granja y de los puercos, refinó conocimientos, formación, y espíritu durante una estancia de tres años en Barcelona. «Es curioso, sí que lo es», reconoce con una media sonrisa el naturópata para limar la sorpresa de su interlocutor. Cándido Cid estudió esos tres años en la escuela barcelonesa «Censana», adscrita a una escuela inglesa de formación de naturópatas y aprovechó mucho el tiempo haciendo un máster en Nutrición en la Universidad Autónoma de la ciudad condal. A su vuelta, hizo unos cursos de Feng-Shui -se basa en el estudio del entorno- y otros de Radioestesia -estudia las líneas electromagnéticas que cruzan la tierra: las venas de agua o geopatías- en Santiago de Compostela. Después se compró la máquina. Tres millones de pesetas y varios cursos para aprender Bio resonancia: en Madrid, en Barcelona y en Alemania. La máquina El aparato de bioresonancia que tiene Cándido Cid en la rebotica de su tienda es un prodigio de fabricación alemana. «En Rusia, todos los centros médicos tienen estas máquinas; de hecho, las tienen en todos los países pobres, pero avanzados teconológicamente», comenta el especialista ourensano iniciándose en un discurso sobre los riesgos del capitalismo y deplorando la ausencia de esta máquina en la Seguridad Social. «En las sociedades eminentemente consumistas, una máquina como ésta carece de sentido; no interesa», razona. En realidad, el prodigio de máquina funciona como un detector de enfermedades. Y ese es el quid de la cuestión, porque sostiene el especialista que «lo díficil es hacer un buen diagnóstico. Ni en la medicina convencional ni en la naturopatía hay gente preparada para hacer un diagnóstico correcto». Y advierte Cándido Cid que su máquina acierta en un 90%. El caso es que uno se conecta a ella a través de una especie de electrodos y el aparato detecta una alteración en el organismo producida por la presencia de una sustancia. Cándido introduce esa sustancia en la máquina y desensibiliza a la persona a través de lo que llama «una onda simétricamente invertida», que viene a ser desinformar al organismo. Dice el naturópata que, posteriormente «lo único que le aportamos a esa persona son minerales y vitaminas en forma orgánica para fortalecer su organismo». Nada de medicación, porque no es médico, y porque cree que si esa persona no vuelve a ingerir la sustancia que le provoca la enfermedad, no volverá a padecerla o ésta se estacionará. Lista de espera Cándido Cid tiene lista de espera. Pacientes llegados de toda España. Incluso médicos entre ellos. Asegura que para el mismo día que hacemos el reportaje está citada una médica de León. Y no es extraño, porque sostiene que colabora -poniendo la máquina y, sobre todo, su manejo a su disposición- con médicos que trabajan en la Seguridad Social en Asturias, León, Valladolidad y Barcelona. Porque según señala, sólo hay siete máquinas de bioresonancia operativas en España. «No por su precio, sino por lo complicado de su manejo, que lleva muhco tiempo aprenderlo», señala el naturópata. Ahora ha hecho un estudio para la Universidad de Barcelona sobre alergias. «El 98% de las alergias son alimentarias y se producen por los contaminantes de los alimentos, conservantes o por su manipulación», resume matizando que la leche es fuente de muhos males.