Tras casi dos años en Valdeorras, se vanagloria de «ajustar» la lista de espera, «aunque llegar a cero es imposible»
15 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.Licenciado en Medicina por la Universidad de Navarra, Enrique Fernández Rosado (A Coruña, 1972) se especializó en urología en el Chuac coruñés. Desde hace dos años es el encargado del servicio en el Hospital Comarcal de Valdeorras.
-¿Sigue dando vergüenza acudir al urólogo?
-Antes venían con más tabú, pero ahora la gente lo lleva bien y viene hasta con la pareja, que es lo lógico. Da más miedo ir a la farmacia o al centro de salud, por eso de la vergüenza, que la gente sepa que uno tiene disfunción eréctil, por ejemplo. En poblaciones pequeñas es lo que hay, todos se conocen.
-¿Es importante la incidencia de la patología urológica en Valdeorras?
-Hay mucha gente mayor, y donde hay una población envejecida la incidencia es mayor. Aunque cada vez los médicos de cabecera atienden más los temas urológicos, principalmente la patología prostática y la disfunción eréctil, e incluso prueban medicación. Después, los casos más rebeldes llegan aquí.
-¿Y cuándo la medicación no funciona?
-Hay que hacer estudios más complejos. Incluso para la disfunción eréctil hay un tratamiento inyectable, del que tenemos que explicar aquí cómo ponérselo, porque en otros hospitales hay una sala donde se lo explican, pero aquí no. Hay otra opción final y compleja, como es la operación, con prótesis.
-¿Prótesis?
-Sobre todo para personas jóvenes diabéticas o los accidentados con lesiones medulares. Con esa gente tienes que echar más, porque no es lo mismo un paciente de 70 años que uno de 30. En este caso la adaptación es larga, como en el cáncer. Primero quieren curar el cáncer, después la incontinencia de orina y después la impotencia. Es lo normal, pero es un proceso largo.
-Fue precursor de la laparoscopia en O Barco.
-En urología sí. Por supuesto, en otras especialidades como cirugía o ginecología, el inicio fue anterior. Esto me ha permitido contar con un personal ya formado. Todas las cirugías han salido bien. Inicié aquí la laparoscopia solo en el cáncer de próstata, y ahora también con los riñones. En mi especialidad se están fomentando todas las posibilidades.
-¿Cómo afronta las listas de espera?
-Siempre está la presión asistencial y la de las listas de espera, pero en un mes, más o menos, lo ajustamos todo. Llegar a cero es imposible, porque siempre surgen casos nuevos. Pero en este tiempo, como urólogo de la comarca, puedo decir que apenas quedan pacientes que no haya visto, únicamente alguno que se olvidó de la revisión anual.
-Usted no es de aquí, ¿cómo cree que se solucionaría la reticencia de los médicos a venir a Valdeorras?
-Se podría incentivar, y no me refiero solo con dinero, como hacen en Estados Unidos. Se podría sugerir venir a los residentes que acaban la formación, porque cuando acabas estás en la incertidumbre de conseguir trabajo. Ellos encantados por tener trabajo, y la gente de los comarcales, lo mismo. Sería una muy buena opción.