Las obras en la autovía Rías Baixas reactivan el tráfico por la N-120

C. Paradela

OURENSE

28 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

La realización de trabajos de refuerzo del firme en la autovía Rías Baixas, A-52, provocó ayer, desde las 8.15 horas, el cierre del tramo comprendido entre Ribadavia y Barbantes Estación, en Cenlle, entre los kilómetros 252 al 241, en sentido Benavente y el desvío del tráfico por la N-120. Un cambio de dirección obligatorio fijado en la rotonda de la Cooperativa Vitivinícola de O Ribeiro, en Valdepereira, y que culmina una vez pasado Barbantes Estación, donde los vehículos pueden incorporarse de nuevo a la A-52. Hacia Vigo la circulación se mantuvo normalizada durante toda la jornada. La situación se mantendrá en los próximos días.

La desviación de 12 kilómetros desde la autovía provocó un incremento considerable de la circulación por la N-120, que volvió a revivir tiempos de antaño cuando el mayor peso del tráfico entre Ourense y Vigo se centralizaba en esta vía de comunicación. Un trayecto que obliga a ralentizar la velocidad a los conductores ya que en esos 12 kilómetros se encuentran ubicados un total de diez núcleos poblacionales: Valdepereira, Ventosela, Sanín, As Chabolas, A Groba, Trasariz, Xubín, Razamonde, Laias y Barbantes Estación, lo que obliga a circular en casi todo el tramo entre 50 y 60 kilómetros por hora, siendo el límite más alto permitido de 80.

Es difícil además adelantar, ya que aunque la mayor parte del trayecto que une Ribadavia y Barbantes Estación es una recta, no hay ningún carril lento y la línea continua protagoniza la mayor parte de la vía condicionado así el avance de la circulación al vehículo anterior.

La incidencia del desvío del tráfico en las zonas afectadas es bastante desigual. A lo largo de la mañana la repercusión fue casi nula en los establecimientos hosteleros: «La mayoría de los coches va de paso y está deseando incorporarse de nuevo a la autovía y no para», explica Milagros Ferreiro, del restaurante bar Boa Vista, en Barbantes Estación, que se toma con resignación los trastornos que provoca la intensificación de la circulación. «Hay veces que las colas llegan aquí», reconoce, ya que su establecimiento está a unos 200 metros del acceso de reincorporación a la A-52.

En A Groba, en el restaurante Caravel, su propietaria Elsa Nogueira, reconoce que tampoco se notó en su clientela el aumento del tránsito de vehículos, sobre todo, por la proximidad con el punto de desvío, que no anima a parar. Más suerte se vivió en Razamonde, ya que a la hora de las comidas aumentó el número de comensales en los locales de hostelería. Teresa Colmenero, procedente de Vigo, reconocía que le gustó volver por la N-120, que tenía casi olvidada.