Son nietos de los de siempre. Compañero tuve de pensión que entró en la Diputación, hace ya muchos años, con una carta de recomendación de la mujer de Franco. Cincuenta años después, siguen entrando los mismos. Sin carta. Ahora lo hacen de otra manera, nombran un tribunal que les dé cobertura. Y Fraga defendiendo no sé que de la genética. Pues no; son más gamberretes y más pilluelos. ¿Más listos? ¡Ni hablar! ¿Una prueba? Fíjense como nos tienen: sin jóvenes, sin tierra, sin industrias, sin futuro. El marasmo de la provincia y la degradación moral provocados por la endogamia burocrática generadora de un 10% de porteros y vividores. A esta gente, ¿qué le queda? ¿Honra o barcos? Nada; si acaso poder delegado y el monopolio de hacer listas cerradas dedocráticas. Eso sí, con 100.000 vecinos menos.
Vegetan todos dentro de ese dinosaurio provincial, arcaico, antediluviano, inútil, que fagocita el presente y el futuro de estas tierras y de nuestras gentes. Ellos se lo guisan y se lo comen. Y nosotros, los contribuyentes, a sostener este régimen que no de otra forma se le puede llamar al estilo instaurando en la última, o penúltima, provincia de España. Que por algo lo será.