Antonio Fernández nació en Partovia hace 46 años. En 1994 llegó por primera vez como misionero a Zambia. Fue su primer contacto con un país que, según dice, le sorprendió en muchos sentidos. Quizá por ello, después de un paréntesis de cinco años, decidió regresar. Y allí sigue, hablando el ichibemba y el kikaonde, en una parroquia del noroeste del país, cerca de la frontera con Angola en la que quiere construir tres iglesias. Un partido de futbol sala de sus colegas ourensanos (Os Chispas) contra policías y guardia civiles de Xinzo el próximo día 5, le servirá de ayuda.
-¿No son muchas iglesias?
-La zona es grande y en realidad no son solo iglesias, sino centros de reunión y para todo. En algunos lugares son las únicas construcciones sólidas y con ladrillo que hay, porque en los pueblos del norte las casas son de barro.
-Se necesitará mucho dinero
-No tanto. Ya las tenemos empezadas porque además allí la gente está deseosa de colaborar y en cuanto te ven colocar un ladrillo, ya están ayudando.
-¿Que tal se ha adaptado?
-Yo estoy contento y de hecho no me planteo regresar de momento. Quizá cuando tenga más años..., pero de momento hay mucho que hacer allí. En cuanto a la adaptación, siempre es hasta cierto punto, porque aunque son muy educados, muy respetuosos, siempre te ven como extranjero.
-Pero usted habla su lengua
-Solo dos de ellas. Allí aunque el inglés es el idioma oficial, conviven muchas lenguas autóctonas, derivadas del bantú. De todos modos nunca eres capaz de entender todos los matices. Meterse en la cultura de otro país es difícil.
-¿En qué consiste su trabajo?
-Es muy variado. Aparte de la labor pastoral, en los programas de apoyo a enfermos de sida, las labores de ayuda que realiza Cáritas, campañas de concienciación sobre diversos aspectos, o colaborar en los estudios sobre la incidencia de las actividades en las minas de mineral o sobre la repercusión de la deforestación del carbón...
-¿Es el país que usted esperaba?
-Me informé antes de ir, pero aún así siempre te sorprendes, en algunas cosas para bien y en otras para mal. Es un país muy especial pero tiene un grave problema que es la corrupción. El cáncer de Zambia es la corrupción y las empresas multinacionales que tienen allí intereses, son los dueños absolutos y actúan con la connivencia de los poderosos de allí pero también de las organizaciones políticas internacionales.
-¿Qué es lo mejor y lo peor?
-Lo mejor la gente. Es muy optimista, tiene un sentido positivo muy importante y una educación que te sorprende, aunque son al principio retraídos. Lo peor son algunos aspectos culturales que para nosotros son complejos de asimilar como la presión social que todavía ejerce la brujería en muchas situaciones.