El artista expone su obra en la galería Manuel Márquez
15 ago 2011 . Actualizado a las 06:00 h.En la galería Manuel Márquez y hasta el día 6 de septiembre, expone el pintor Leandro Sánchez (Leandro Sánchez Bobillo, Palma de Mallorca, 1946, con residencia actual en Ourense), bajo el título Nuevo realismo abstraído. Como es sabido, «nuevos realismos» hay dos, formal e históricamente hablando: el francés y el anglosajón. Y, aquí y ahora, estamos ante el nuevo realismo de cuño francés (1960-1970), que el crítico de arte francés Pierre Restany lanzó en el Primer manifiesto del nuevo realismo publicado simultáneamente en París y en Milán en 1960. Por cierto, Restany enmarcó a los nuevos realistas en la línea de los ready-made de Marcel Duchamp. Definía, así, un realismo que toma los productos y objetos de la sociedad ambiente para conferirles un uso estético o de simple representación. Es el caso, pues, que la pintura de Leandro ha experimentado, en esta concreta exposición -según avisa deliberadamente su correspondiente e inequívoco título- y no antes, una novación -esto es, una conservación de la conocida pintura anterior, pero, ya, proyectándola en un nuevo sentido que la hace hasta cierto punto muy otra-.
Maite Paliza Monduate, profesora emérita de arte en la Universidad de Salamanca, retrata así el anterior pleno hiperrealismo de Leandro: «La pintura de Leandro Sánchez, tanto la de gran formato como la de pequeño formato, comparte con el hiperrealismo, aparte de la técnica minuciosa, detallista y de ejecución lenta, muchos temas, entre los que cabe destacar multiplicidad de sencillos objetos cotidianos, que casi podríamos tildar de vulgares ? Un arsenal iconográfico de gran veracidad, representado con un evidente realismo, que sorprendentemente va unido a un aire atemporal, fantástico y a menudo insólito».
Pues bien, como señalé antes, la pintura de Leandro se ha desvinculado de su hiperrealismo, que se disuelve casi en su actual paleta, convirtiéndose a lo más en una visagra hacia otra etapa. Sin embargo, sí que conserva Leandro Sánchez en su actual nueva pintura el anterior tono metafísico, tomado básicamente de Chirico y Giorgio Morandi, que transforma los entornos cotidianos en atemporales. Ahora bien, la abstracción consiguiente de ese realismo objetual ya no actúa como anteriormente en la pintura de Leandro Sánchez, puesto que deja de ser una tramoya teatral para convertirse en un elemento de peso compositivo y visual. Por otra parte, el anterior recurso de Leandro al trampantojo -la ilusión visual- se limita ahora tanto que solo cuenta un caso en la muestra (ver la obra X).
Completan el giro casi copernicano de la pintura de Leandro Sánchez varios rasgos complementarios -pero no secundarios-. Así, se incluyen en la presente muestra reflexiones sobre teoría e historia del arte en relación a su proceso, como puede fácilmente comprobarse en las obras de los siguientes títulos: Dripeado hipodámico (referente a Hipódamo de Mileto), Firmado a sangre, Paleta suspendida y Variación. Y, por otra parte, se dan también en la exposición ejercicios de la memoria, como manifiestan las obras de los siguientes títulos: Homenaje a Mallorca, Llaves con collage y Mis bastones. Además, un cuadro -titulado Transmutación- presenta una transformación alquímica en el paso del agua al vino sin explicación alguna aparente, lo que en principio nos remite a una abstracción lírica en estado puro, muy explosiva y colorista por cierto. Esto es así, salvo que Leandro, veterano restaurador de pintura religiosa, pueda discretamente referirse de forma bellamente simbólica al milagro evangélico de la conversión del agua en vino de las Bodas de Caná, lo que también podría darse muy correctamente.
Hay, en fin, goteo en casi todos los cuadros, al estilo de la abstracción lírica europea; y su composición no es cerrada porque la abstracción penetra audazmente sus marcos.