Cuando hablamos de naciones sin tierra, pensamos en los kurdos y en los judíos. Los kurdos lo tienen crudo con sus vecinos los turcos y los judíos la están consiguiendo a golpe de genocidio, en Palestina. Los ourensanos podemos decir que somos otro caso de gentes sin tierra. La de nuestra provincia no es de nadie. Cuatro millones de parcelas, en su mayoría improductivas, nos hacen un pueblo curioso. Nuestros hijos se van porque no tienen dónde trabajar y la tierra la utilizamos para apagar incendios forestales todos los años. Hace unos días un abominable hombre del sacho mató a una vecina por una cuestión de lindes. Que esto suceda en el año 2011 es patético. Ya está bien que, después de más de treinta años, los distintos conselleiros de Ordenación del Territorio de la Xunta de Galicia hayan sido unos ineptos inútiles. ¿No hay en la clase política alguien que rescate a esta provincia del medievo y nos sitúe en el siglo XXI? ¿Para cuándo eliminar al político chisgarabís y sustituirlo por gente comprometida? Le decía uno a un representante de 4.500 ourensanos: «¡Tú aquí no pintas nada!». El susodicho uno, ¿pinta algo? ¡Y que más da! Cobra y punto. Tienen razón, el futuro no es conseguir la autonomía alimentaria sino que es contratar para la fiesta-paparota del pueblo la orquesta Panorama y si la paga José Luis Baltar, mejor que mejor.