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Expertos en celebraciones

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

OURENSE

Miles de valdeorreses han pasado por las instalaciones del Paladium

13 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El padre se llama Bautista Álvarez y la hija es María Rosa Álvarez Barreiro.

Él fundó el complejo hostelero Paladium, que ahora ella dirige.

A Bautista Álvarez lo de trabajar en hostelería le vino por herencia. Sus padres tenían el bar de San Vicente (en Vilamartín de Valdeorras), donde nació; así que creció correteando entre mesas y clientes. Los mismos a los que, con apenas diez años, empezó a servir. Así que la vocación estaba impuesta.

Ya de adulto, montó su primer negocio. Y, como no podía ser de otra manera, abrió un bar. Después amplió con una discoteca en San Vicente. Un dato que llama la atención. Es difícil imaginar que el que hoy es un pequeño pueblo fuera ese un punto de marcha nocturna. Pero lo fue hasta que «a xente foi comprando coche e marchaba para O Barco, así qu Bautista. Allí montó A Cova, un local que -sostiene- «foi o boom do boom». Entra entonces la hija, María Rosa, para señalar que «na vida haberá un local que funcione así». Recurre a los números para explicarlo. «Xa daquela (1975) había tres camareiros e meu pai servindo», dice. Toma la palabra el padre para añadir: «E correndo todo o día, desde que se abría ata que o peche ás tres da mañá». Señala como muestra que «o dito era, ¿para onde vas? Para A Cova. E ¿de onde vés? Da Cova». Era también el destino de los tres hijos de Bautista, a los que no les quedó otra que echar una mano.

Así lo recuerda Rosi, a la que le sucedió como a su padre, la vocación le vino dada. «Era o que había, porque había que botar unha man», reseña. Sobre todo cuando su padre se escapaba a Valdegodos para ir dando forma a lo que hoy en día es el complejo hostelero que ella regenta. «Vin as posibilidades do sitio, e tiña ilusión por facer algo importante por Valdeorras, así que me puxen a traballar nisto», recuerda Bautista. Y lo de ponerse es literal, porque la primera parte, la dedicada a los banquetes de bodas, fue levantada por él mismo, con ayuda de su padre, su mujer y sus hijos. «Aquí non houbo un albañil, fixémolo nós todo», remarca. Fueron diez años de trabajo hasta que, en 1989, abría sus puertas el Paladium.

No estaba entonces la hija, que residía en Suiza. Ella volvió cuando, en el 2000, se decidió una ampliación del negocio para poner también un hotel. «Agora si que estou porque quero», cuenta sonriente. Es la misma con la que recibe a sus clientes que, en todo este tiempo, se cuenta por muchos, muchos, muchos miles. Y es que, como ella misma asegura «non creo que haxa ninguén en todo Valdeorras que non viñera aquí algunha vez, se non é para unha voda, para unha comunión ou para un bautizo; ou nunha cea de empresa». Porque, aunque la crisis ha bajado el número de celebraciones, este año tuvieron 58 bodas. No está mal, pero todavía está lejos de aquellos tiempos en los que había «ata sete», dice el padre. «Agora xa non atendemos máis de tres para dar mellor servizo», concluye.