Acaba de ser reconocido en Rusia con el Oscar Mundial del Folclore
26 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Luce orgulloso en la escalinata de la catedral, en la Praza de San Martiño el Oscar Mundial del Folclore que el día 17 le entregaron en la ciudad rusa de Chelyabinsk. Es uno de los rincones de José Antero Rodríguez Ordóñez (Ourense, 1945). Por este y otros lugares del casco histórico han transcurrido muchos de sus episodios vitales y profesionales. En la calle Arcedianos tuvo su taller artesano de confección de trajes regionales para grupos folclóricos, pero allí también hizo vestimenta para obras de teatro o cine. Precisamente su trabajo en estas lides le han hecho acreedor de un galardón que le llena de felicidad, si bien matiza que «el reconocimiento lo he tenido siempre», aunque no haya sido una persona que se haya prodigado mucho socialmente o que se haya «vendido», como se suele decir.
En la zona vieja de la ciudad está su niñez. Nació en la calle San Pedro y procede de una familia originaria de Tui. Su padre se instaló en Ourense en 1942 como sastre militar y civil. Recuerda su época de juegos en la Praza do Correxidor, aquella fábrica de gaseosas en Prieto Nespereira, aquella camioneta repartiendo hielo o las carretas de caballos haciendo reparto.
Estudió en Cisneros y Maristas, colegios que antes estaban por esos lugares e hizo Peritaje Mercantil. Llegó a la aguja y el dedal «por casualidad», trabajando en el taller de su padre. En mayo de 1963 ya se acercó a la confección para grupos musicales tradicionales con la formación Aturuxo, que dirigía el célebre Seixadelo. Reconoce que la música tradicional «no me gustaba mucho porque yo era más de la ópera, zarzuela o ballet». Pero echó raíces en el oficio.
Recuerda incluso que había grupos que carecían de gaiteiros «y había que pedirlos a la banda militar del regimiento». Pero han cambiado mucho las cosas, también en la música tradicional, que no siempre fue capaz de escapar a calificativos como folclorada. Lamenta que muchos grupos vayan actuar hoy «hasta por un bocadillo», criticando también interpretaciones libres de la tradición musical y de vestuario «porque muchos parece que quieren presumir de ser originales o únicos».
José Antero dice que siempre quiso ser respetuoso con el pasado y las raíces de las manifestaciones culturales. Por sus manos han pasado cientos de personas para que les hiciese el típico traje de gallego o gallega, no solamente grupos musicales. Recuerda incluso que «el Príncipe y las infantas tienen un traje regional que yo les hice», eso sí, cuando Felipe tenía cuatro o cinco años».
Por cierto, hace ya veinte años que un traje podría costar por encima de las 300.000 pesetas y le llevaba casi un mes hacerlo. José Antero echa de menos que la artesanía esté en horas bajas, aunque él ya está jubilado.
Hoy, igual que siempre, gusta de vivir algunas manifestaciones culturales que le llenan, sobre todo el teatro o la música en recintos tan especiales como la catedral o la iglesia de Santa Eufemia.
José Antero Rodríguez.
Mestro artesano jubilado.
El entorno de la catedral porque ha nacido en el casco viejo y tanto el taller de sastrería de su padre como su taller artesano estaban en la zona.