Gustavo Valencia comparte clínica con sus hijas María y Cuqui
18 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.Gustavo Valencia Bouzas, María y Ángeles (Cuqui) Valencia Bermúdez.
El padre cuenta con 63 años, María tiene 37 y Cuqui 29.
Diplomado en Enfermería y Naturópata, el padre. Diplomada en Dietética y Nutrición, Osteopatía y Quiromasaje, María.
Mucho han cambiado los tiempos desde que Gustavo Valencia Bouzas abría su clínica, en el 2012 se cumplen una veintena de años, en lo que a la demanda de la clientela y el uso de las distintas especialidades se refiere. Y lo mismo ocurre con el personal que ahora trabaja, o lo hará en el futuro, en Valencia & Asociados, la empresa familiar ubicada en Celso Emilio Ferreiro. Si en aquel 1992 era Gustavo Valencia el promotor de la iniciativa, ahora este diplomado en Enfermería, Osteopatía, máster en Biorresonancia Quántica y Kinesiología trabaja codo con codo con su hija María, nutricionista y osteópata, y en el futuro lo hará también en la compañía de su hija Cuqui, que tras formarse en osteopatía se pone al día en la empresa familiar con el horizonte de incorporarse a la misma en el futuro próximo.
Valencia Bouzas ha vivido el cambio de hábitos de los ourensanos y su compromiso con la calidad de vida: «Ahora la gente se cuida más, valora la importancia de la alimentación y asume la necesidad de desarrollar unos comportamientos encaminados a tener una vida más saludable y de mayor calidad». Por su parte, y desde la experiencia de décadas de trabajo, Gustavo Valencia apuesta por la prevención y las prácticas «que no resulten agresivas con el cuerpo. Sin dejar de lado la medicina convencional, lo que se busca es depender menos de la medicación y desarrollar las terapias necesarias para combatir y arreglar los desajustes que todos padecemos en alguna ocasión en nuestro cuerpo».
La incorporación de sus hijas a su proyecto la vivió sin «intervención de ningún tipo. Nunca les dije que se dedicasen profesionalmente a esto, es más María empezó Trabajo Social y luego se decantó por nutrición. Había aquí una sala libre y yo le propuse que se iniciase profesionalmente usando ese espacio para su trabajo en dietas, quiromasaje y como osteópata. La cosa funcionó y aquí seguimos». Por su parte María rememora que «estaba estudiando otra cosa, vi que a mi padre le iba bien, lo que se hacía aquí me gustaba y decidí formarme para trabajar con él». Y llevan doce años compartiendo proyecto empresarial.
Gustavo y María Valencia aseguran que la relación laboral no incide en la familiar. El padre asegura que «es un orgullo compartir tu proyecto empresarial con tus hijos y aquí la relación es perfecta: ellas me llaman por mi nombre, y yo a ellas, y fuera de aquí sabemos que somos padre e hijas y como tal nos comportamos». María comparte esta apreciación y precisa que «él es nuestro padre de puertas para afuera, aquí es un compañero y como tal funcionamos en lo que a la jornada profesional se refiere». Cuqui Valencia se define como parada. Se formó en osteopatía y reconoce que el trabajo de su padre y su hermana le gusta mucho. María apostilla que «ella aprende rápido y es muy buena» y su padre apuesta por su próxima incorporación.