
Madre e hija comparten oficio y visión en su salón de estética
18 mar 2013 . Actualizado a las 07:20 h.Al calor y al runrún de secadores de peluquería creció Sonia García en el vientre de su madre, Manola Rivero. Desde hace 36 años, Manola se dedica a la peluquería, una vocación que siempre tuvo clara. Sonia probó otras cosas, pero comenzó echando una mano en la peluquería y desde hace cinco años y medio, se volcó como socia con su madre en la apertura de un salón amplio, moderno y con un completo centro de estética en la mismísima Celanova. Juntas llevan la peluquería Manuela Rivero desde que se instaló en la calle Castor Elices, 18. «Sempre pensei en ir incrementando a peluquería, neste local temos moita máis oferta» relata Manola, que recuerda que comenzó peinando y cortando en su propio piso para luego alquilar un local durante 17 años, en el que Sonia ya hizo sus primeros pinitos.
Las novedades entran por la peluquería a raudales. Por supuesto las estéticas y técnicas. Madre e hija son habituales de cursos o jornadas de peluquería, un negocio que, según cuentan ambas, exige una formación y actualización continuas. Pero también las novedades de la actualidad política y económica. Aunque no faltan las revistas de información rosa, en los debates de la peluquería aparecen también los Bárcenas, la familia real, los bancos o los políticos. Sin embargo, lo que prima en el ambiente del salón de peluquería de Manola Rivero y Sonia es la búsqueda del relax. «Tratamos de non falar da crise, a xente vén a relaxarse. A xente vén buscar á perruquería algo que lles falta», reflexiona Manola.
Al lado de su madre, Sonia también ha aprendido que las peluqueras han de ejercer en cierta manera labores de psicología y sobre todo entender lo que quiere el cliente. Son de diferentes generaciones y también han vivido épocas diferentes en el sector de la peluquería.
Por eso, el reparto de funciones entre ambas en la peluquería -aunque también tienen dos empleadas más, una de ellas especialista en estética- es flexible. Hay clientas que prefieren a una u otra, a veces en función de la edad. Y Manola Rivero vivió la época de los rulos de tubos y de los recogidos, mientras que Sonia se aplica en seguir las modas de las celebrities del momento porque luego derivan en peticiones de algunas clientas, que quieren mechas californianas o melenas como las que muestran las actrices o famosas en las revistas. «O que hai é que facelo ben, tamén estamos atentas a asesorar sobre o que pode quedar mellor, pero sobre todo que saia o mellor posible», resume Sonia, quien asegura que «agora o nivel de esixencia é máximo e hai que compracer á xente».
Para complacer abrieron juntas este salón, en el que pensaron crear «algo diferente e cómodo», por eso cuentan con cabinas estéticas diferentes para cada tratamiento, además de trabajar con casas de productos consolidadas y de garantía.
El momento del sector de las peluquerías no es el más boyante, contagiado por el declive económico generalizado. Sonia y su madre apuestan por mantener la calidad, aunque ahora el público exija precios menores por los mismos productos y, según comentan ambas socias, otras peluquerías solo pretenden «meter xente sen importar o produto ou beneficio que dan».
Para las dos, trabajar unidas tiene como lado más positivo que pueden compatibilizarse. Lo peor, para Manola, que «a veces chocamos, es nai e filla». Después de 35 años, a Manola le sigue haciendo ilusión bajar cada mañana a su negocio y desarrollar técnicas nuevas. Sonia dice que le gusta el contacto con la gente.