El pueblo depende de cuatro concellos pero se siente abandonado
22 ago 2014 . Actualizado a las 13:50 h.Os Peares es muchísimo más que el pueblo natal del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo. La localidad es, históricamente, un cruce de caminos que se ha quedado en tierra de nadie (o de muchos, según como se mire). En el corazón de la Ribeira Sacra, en la confluencia de los ríos Miño y Sil -además del Búbal-, el núcleo tiene una carretera Nacional, el ferrocarril y una ubicación geográfica privilegiada que no han impedido que la burocracia atrape a sus vecinos. Hasta tal punto llega el galimatías administrativo en el que bucean, que ni siquiera el buscador del INE (Instituto Nacional de Estadística) aclara cuántas personas viven allí, puesto que solo refleja los que corresponden al concello de A Peroxa. Ocurre así porque Os Peares depende de cuatro ayuntamientos y dos diputaciones, las de Lugo y Ourense.
Hasta la religión divide a este núcleo de población, que reparte sus barrios entre cuatro parroquias, dos dependientes del obispado de Lugo y dos, del de Ourense. Si, por ejemplo, resulta que se casan dos vecinos de Os Peares y uno reside en la zona lucenses y otro en la ourensana, cada uno de los contrayentes tendrá que hacer el papeleo ante un obispado diferente. Esta no es más que una anécdota para las personas que residen allí, puesto que otros problemas de mayor magnitud centran sus preocupaciones.
Infraestructuras
El de las infraestructuras les ha hecho perder la paciencia y ha vuelto a situar sus reivindicaciones en el foco de la atención mediática. La carretera que sirve de principal acceso al pueblo, que discurre por la corona de la presa que lleva el nombre de Os Peares, iba a ser cortada durante un mes por unas obras de mantenimiento en el embalse. Pese a la cercanía de la carretera Nacional 120, cuyos viaductos se observan perfectamente desde el pueblo, para llegar hasta la localidad es necesario dar un rodeo de unos cinco kilómetros discurriendo en paralelo al río Búbal hasta llegar a la presa para cruzar el cauce.
Si además les cortan ese vial, en algunos casos sería necesario recorrer hasta 40 kilómetros de más para alcanzar el pueblo. Esos problemas no existirían si ya estuviese construida la pasarela para peatones y vehículos que cruzaría el Miño desde la N-120 directamente al centro de Os Peares y que evitaría, de este modo, el recorrido citado junto al Búbal.
Esta situación ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de los residentes en este núcleo de población, puesto que los desplazamientos son indispensables para ellos. No tienen centro de día para sus mayores y todas las gestiones municipales las deben realizar, según donde vivan, en unos ayuntamientos u otros.
Cuatro camiones de basura
Se dan, por tanto, situaciones tragicómicas como el hecho de que el pueblo tenga que ser visitado por cuatro camiones de basura o que, dependiendo de vivir unos metros más arriba o más abajo, el recibo por ese servicio sea el doble de caro. Otro ejemplo: los postes del alumbrado público son diferentes en función del municipio al que pertenecen.
En definitiva, los 300 vecinos de Os Peares (a falta de datos del INE, según los cálculos de los que allí residen) tienen que tomarse con filosofía todos estos problemas o bien, como hicieron el miércoles, protestar para exigir que sean resueltos por las muchas administraciones de las que dependen y por las que dicen sentirse abandonados.