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Blanca Marcos: «Trabajar fuera para mí no es una frustración, sino una oportunidad»

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

Regresó a España para montar una empresa con la que trabajar en todo el mundo

21 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene un hablar pausado, sin aspavientos ni estridencias, y una claridad de ideas que le permite argumentar sin circunloquios por qué alguien puede sentirse unido y plenamente enamorado de su tierra -hasta el punto de apostar por ella empresarialmente- y a la vez buscar la oportunidad de un desarrollo profesional sin fronteras.

-¿Cómo explica esa dualidad?

-Aquí están mis raíces y adoro esto. Galicia es increíble, le da mil vueltas a muchos lugares y yo siempre digo que ya les gustaría a otros tener lo que tenemos aquí. Cuando estoy fuera echo de menos a mi familia, pero tampoco he tenido un sentimiento de desarraigo o de tristeza. Quizá porque todos somos fruto de nuestra educación y desde los once años mis padres me enviaron a aprender inglés fuera durante el verano. Creo que eso te quita los miedos. Trabajar fuera para mí no supone una frustración, sino una oportunidad, quizá porque tampoco me he encontrando en la tesitura de tener que irme obligada. Los pasos que he ido dando han sido decisión mía. Decidí irme al extranjero, dejé el trabajo que tenía aquí y me fui; decidí volverme a España para crear la empresa, dejé el trabajo que tenía en Estados Unidos y regresé.

-Dragados, ACS, Puertos del Estado... No parece fácil lograr semejante currículo laboral

-No soy un caso raro ni nada por el estilo. Cuando mi promoción terminó la ingeniería era una época muy boyante, había mucha obra civil, no como ahora. Lo normal era que las empresas viniesen a buscarte a la Escuela de Caminos. Yo recibí varias ofertas, pero le ocurrió a muchos compañeros. Lo realmente difícil fue irse fuera de España partiendo, como fue mi caso, de la administración pública. Pero tenía claro que quería conocer otras maneras de trabajar y finalmente lo logré.

-¿Cómo fue esa experiencia?

-Muy enriquecedora. Los últimos cinco años en Estados Unidos han sido muy valiosos en todos los aspectos, pero de forma especial en el profesional porque. Hay muchas cosas que se hacen de forma diferente en nuestro sector. Es un país en el que su sistema es su mayor debilidad y a la vez su mayor fortaleza.

-¿Qué le animó a volver?

-Precisamente que allí descubrí una opción de negocio que aquí es poco habitual. Está centrada en la gestión contractural, que es lo que se basa la empresa que creé. La nuestra no es una ingeniería de diseño ni de construcción, ni una empresa de dirección de obra tradicional. La idea va un paso más allá: es una gestión integral de proyectos de infraestructuras de todo tipo, desde obra pública a privada; desde un puente de ferrocarril a una fábrica de zapatos, por poner dos ejemplos. Somos como el brazo ejecutor del cliente, que quiere hacer una inversión, que normalmente es importante, y delega esa función en una empresa como nosotros.

-¿Cuál es el principal hándicap?

-Como es un planteamiento poco habitual aquí, nuestro principal escollo es precisamente convencer al cliente de que con nosotros va a obtener mejores resultados en coste, plazos etcétera. Pero vamos encontrando gente, sobre todo no si ha tenido una experiencia anterior buena, que ve las ventajas. Nuestro trabajo empieza desde que la persona tiene la idea o la necesidad de crear una infraestructura hasta que la pone en servicio. Nos encargamos de la fase administrativa con permisos, licencias o subvenciones; la contratación del diseño y la construcción, juntos o por separado; de la fase de ejecución ayudándoles con el control contractual para que se cumpla con todo eso; de y la puesta en servicio de la infraestructura.