Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

«Hoy no se puede separar el Domund del desarrollo y de la cooperación»

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Dos ourensanos analizan los retos que afrontan las misiones en Latinoamérica

05 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A Adolfo Zon y Julio Parrilla les unen muchas cosas. Ambos nacieron en Ourense; uno en Seixalbo y el otro en la calle del Paseo y, por lo tanto, a pesar de la diferencia de edad (61 el primero, 71 el segundo) ambos retienen en su memoria los mismos escenarios de infancia. También comparten una trayectoria profesional casi simultánea: cruzaron el charco como misioneros hace 25 años -Zon con destino a Brasil y Parrilla hacia Ecuador-, y actualmente son obispos en esos dos países. El primero está al frente de la diócesis brasileña de Alto Solimoes, por donde el río Amazonas entra en el país. «Tengo morriña de ser párroco, porque estaba más en contacto con la gente y el obispo tiene una labor que a mí se me hace más complicada porque hay que discernir muchas cosas y pensar mucho cada decisión; y más en una diócesis como la mía que tiene unos desafíos muy importantes», señala Zon Pereira. Sus decisiones afectan a un territorio de 131.000 kilómetros cuadrados. «Tengo alguna parroquia que solo ella es más grande que todo el país de Sierra Leona», matiza. Y en esa zona se localiza una población multicultural que incluye once etnias indígenas. «En mi provincia tenemos el mayor número de lo que se denominan indios aislados, de los que solo se tienen noticias porque se han visto desde el aire».

Julio Parrilla dirige la de Riobamba, en la cordillera andina ecuatoriana a más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar y también con la mayor comunidad de indígenas del país: cerca de 250.000 de la etnia quichua «que mayoritariamente son campesinos pobres», apunta.

Ambos coinciden en muchas más cosas. Su charla es apasionada cuando hablan de las misiones, como ayer pudieron comprobar quienes asistieron como público a la jornada «No hay fronteras en la misión» que organizó el obispado de Ourense en el Centro Cultural Marcos Valcárcel para analizar el peso del Domund en territorios como los que son ahora el hogar de estos dos ourensanos. «Si no fuese el Domund yo no estaría en Brasil, y creo que la faceta de sensibilización es de lo más importante, además de lo que nos ayuda a ser solidarios en la oración y en lo económico, porque todos los proyectos pastorales tienen sus costes», señala Adolfo Zon.

«Hoy no se puede separar el Domund del desarrollo y de la cooperación internacional y creo que la presencia de los misioneros significa cada vez más el anuncio de Jesús y de su Iglesia pero eso no se puede separar de las necesidades de la gente y de la promoción de los pueblos», opina Julio Parrilla.

Una promoción que, según recuerdan, debe mantener la diversidad cultural de cada territorio y de cada etnia que convive en el mismo. «Nuestra diócesis no puede hacer lo mismo con los que están en la ciudad que con lo que están en las riberas de los ríos o los que están dentro de la selva; pero hay que hacer una pastoral dentro de nuestras posibilidades y tenemos poca gente para afrontar el reto de las etnias, porque por ejemplo yo cuento con tan solo doce sacerdotes para 216.000 habitantes», explicaba ayer Adolfo Zon.

Estos dos misioneros ourensanos asumen el país al que llegaron a finales del pasado siglo como propio, aunque aseguran que siguen sintiendo el nexo con Ourense. «Uno siempre echa de menos algunas cosas fundamentales, como los amigos de la infancia y el pulpo con cachelos», apunta Julio Parrilla medio en broma, medio en serio. «Tengo un carácter que se acomoda fácilmente a las diferencias», señala como clave de una exitosa adaptación, recordando que también le ayudó que Manabi, su primer destino «era una población costera con gente muy alegre, muy abierta, algo que resultó muy sugerente para mí que en aquél momento era un cura, vamos a decir que joven, que llegaba de ejercer en Salamanca y acostumbrado a una sociedad muy tradicional» señala.

Ambos demostraron ayer la fuerza con la que siguen viviendo su destino misionero en la cita que contó también con otro obispo, el de Ourense, Leonardo Lemos, que ejerció de anfitrión.