La población de A Limia se redujo a la mitad en las últimas seis décadas

SINDO MARTÍNEZ XINZO / LA VOZ

OURENSE

El Estado recuperó un 3% de lo invertido en la desecación con la venta de terrenos

08 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La ejecución y planificación del proyecto de desecación y saneamiento de la Lagoa da Antela estuvo marcado por serias irregularidades, propias de la arbitrariedad administrativa y legal que marcaba muchas actuaciones desarrolladas durante el régimen franquista.

Muchos expertos señalan que la propia legislación aprobada por el Consejo de Ministros del 27 de diciembre de 1956 fue incumplida durante la plasmación de los trabajos. El proyecto se redactó en solo dos meses, en el año 1958. La propia norma reguladora de la actuación fijaba que antes de iniciar las obras era necesario aprobar otra ley: El Plan General de Colonización de los terrenos resultantes. Insólitamente, ese plan global no vio la luz legal hasta 14 años después, al ser publicado el 6 de julio de 1972.

La obra, con la subida del IPC acumulada en todo este tiempo, rondaría ahora los 70 millones de euros. Ese coste arroja otro dato impactante. Desde el punto de vista económico, los trabajos fueron un pozo sin fondo para el Estado. Cada hectárea habilitada para la agricultura y la ganadería tuvo una tasación bruta que rondó los 20.000 euros actuales. Sin embargo, los terrenos fueron vendidos a los agricultores de la comarca que optaron a ellos a un precio de 473 euros actuales, con un período de pago de 15 años. Esto viene a significar que únicamente se recuperó el 3% de lo invertido por el Gobierno.

La desecación y colonización supuso a más largo plazo -a partir del nuevo milenio- la necesidad de dotar de planes de regadío a los terrenos resultantes de la obra. La implantación de la agricultura intensiva hizo necesaria el agua que antaño sobraba. El primer plan de regadío costó 6 millones de euros. En la actualidad, están pendiente de ejecución nuevos planes que requerirán más de 20 millones de euros de inversión.

Otro aspecto discutible de los trabajos fue que la población antelana es ahora mismo la mitad de la que fue en el inicio de la desecación de A Lagoa, hace seis décadas. En estos momentos, esa población ronda las 21.000 personas, por las 40.000 de antaño. La desecación del humedal no frenó la masiva emigración a Alemania o Suiza de los años 60, 70 y 80 en tierras antelanas. Esa tónica, lejos de ralentizarse con la llegada del nuevo milenio, se ha incrementado y la emigración sigue existiendo. El resultado es que la población está cada vez más envejecida, y los concellos tiene una tasa de natalidad en claro descenso.

Agricultura

La otra cara de la moneda fue que la llanura limiana pasó a convertirse, en términos cuantitativos, en la zona más productiva desde el punto de vista agrícola y ganadero de Galicia. En A Limia se producen cada año más de 120 millones de kilos de patata y 60 de cereal. Además, existen unas 300 familias vinculadas a la explotación de granjas ganaderas, sobre todo de porcino y ave.

La actuación en el humedal no frenó la masiva emigración a Alemania o Suiza

La implantación de la agricultura intensiva hizo necesaria el agua que antaño sobraba

Un número cada vez menor de personas explota grandes superficies de fincas

Desde el punto de vista cualitativo, el agro antelano está marcado en los últimos lustros por otro fenómeno, la creciente reducción del número de agricultores. La jubilación de la generación que puso en marcha las actuales explotaciones agrícolas en los 80 y los 90 está provocando una concentración de grandes superficies de terreno que son explotadas por un número cada vez menor de personas. En muchos casos, se trata de hijos de los agricultores veteranos, que heredan los almacenes y la maquinaria de sus progenitores.

Las inclemencias climatológicas (sequía, anegamientos, granizadas o heladas), el escaso asociacionismo en el sector y los vaivenes en los precios de los productos, sobre todo en la patata, son otros de los problemas que merman el potencial de la tierra que se asienta en lo que antaño fue la mayor laguna de agua dulce de Galicia.