
La experiencia política de su tío marcó al ahora diputado socialista Juan Díaz
21 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.El 23F no fue un día cualquiera para él ni para nadie, pero el ourensano Luis Díaz Núñez tenía motivos añadidos para preocuparse. Por aquel entonces era la cara visible del PSOE y de UGT en la ciudad. Cuando se enteró del golpe, pidió permiso para salir del trabajo y fue rápidamente hasta la sede del sindicato para retirar de allí todos los archivos que podían comprometer a los afiliados. Otros líderes de la izquierda ourensana se fugaron a Portugal o se refugiaron en la sede del Gobierno Civil, pero él se fue a su casa a pasar la noche. «Nunca creí que podía salir adelante. No tuve miedo, pero quizás fue por irresponsabilidad», dice Luis Díaz, que después se enteró de que su nombre figuraba en la lista -publicada por la revista Triunfo- en la que se recogían los fusilamientos supuestamente previstos por los golpistas.
El modo en que él vivió aquella jornada marcó profundamente a su sobrino, Juan Díaz Villoslada, que entonces era poco más que un adolescente y que hoy en día es diputado socialista por A Coruña, donde reside. En 1982 ya estaba interesado por la política y recuerda con especial cariño a su tío llegando a casa cargado de carteles para la campaña electoral de las generales que se celebraron aquel año o las discusiones políticas, en buen tono, que su padre y su tío mantenían con frecuencia. «Él era un poco más conservador», relata Juan sobre su progenitor.
Comiendo sapos
Luis Díaz tiene la cabeza llena de anécdotas sobre su actividad política. Vivió de todo en el PSOE. Fue, de hecho, uno de los encargados de poner en marcha el partido en la ciudad en la Transición y también fue testigo de excepción de sus posteriores luchas internas y de su desintegración en la época de Troitiño. «En política hay que tener una salud de caballo y tener el estómago preparado para comer sapos por la mañana, por la tarde y por la noche. Hay que saber perdonar a los que te han clavado un puñal y convencerse de que en política no hay amigos», explica el tío, que cree que su sobrino es «demasiado noble para meterse en esas luchas».
Se refiere, implícitamente, a las primarias para dirigir el PSdeG a las que se presentó recientemente Juan Díaz Villoslada. Luis dice que Gonzalo Caballero (a la postre ganador de aquel proceso) y Xoaquín Fernández Leiceaga actuaron como unos «trileros» por su acuerdo para fusionar sus candidaturas. «Eso éticamente no se puede perdonar», dice. Su sobrino prefiere no hablar sobre ello: «Sapos trato de tragar los justos porque, para mí, la política es algo temporal. Vengo de mi profesión y volveré a mi profesión». De aquellas primarias, lo que le gusta recordar es el acto de campaña interna que celebró en la sede socialista de la calle Ribeira de Canedo. «Le pedí a mi tío que viniese y le agradecí muchísimo que me acompañase ese día», recuerda Juan.
Él asistió pese a que, cuando cumplió los 65 años, dejó de pagar la cuota. «Cuando me jubilé del trabajo, me jubilé también del partido y del sindicato», explica Luis Díaz, que no oculta su descontento con el rumbo que actualmente lleva la política en general y la izquierda en particular. Echa en falta más entendimiento entre el PSOE y Podemos. «Sigo queriendo el partido, pero se están haciendo el harakiri ellos mismos», resume.
Entre el miedo a los partidos «sin ideología» y los problemas de la socialdemocracia
Para la entrevista, Luis Díaz pide que la cita sea junto al edificio de la Torre de la capital ourensana. Para él tiene un significado especial porque allí alquiló el PSOE un local para la campaña electoral de 1982. También por el Ateneo. «Fue la cuna de toda la izquierda ourensana», explica antes incluso de sentarse a charlar. Además, justo al lado, está la Subdelegación del Gobierno, donde tuvo lugar la recepción a Mariano Sanz Pech, el primer gobernador civil socialista, que recuerda con cariño. Durante la entrevista, Luis Díaz analiza con detalle la situación actual de la política. Dice que «la izquierda no sabe lo que quiere, hay un vacío enorme y no logra presentar una alternativa al liberalismo a ultranza de hoy en día». Se trata de un problema a nivel europeo, reflexiona su sobrino Juan. Ambos coinciden, por otro lado, en el temor a los partidos «del márketing, de los que dicen que no tienen ideología»