Medallas y cartas

Ruth Nóvoa de Manuel
Ruth Nóvoa DE REOJO

OURENSE

01 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Alberto, Marcos y Manuela son los carteros ourensanos que el pasado jueves acudieron a Santiago de Compostela, junto a otros compañeros del resto de Galicia, para representar a su colectivo en la entrega de las Medallas Castelao. Y es que la Xunta decidió (se ve que a Feijoo aún le tira Correos aunque no quiera volver a Madrid) reconocer el trabajo de los carteros rurales que, en una provincia como la nuestra, son una institución más. Ya saben. El maestro, el médico y el cura. El de la caja y también el del bar. Y, por supuesto, el cartero. Todos ellos fueron referentes en las aldeas y, de toda esa nómina, quizás sea el cartero, ahora mismo, el más próximo a los vecinos de los pueblos que se van quedando vacíos y que, sin moverse del sitio, parecen estar más lejos.

A esa lista de nominados para ir a recoger el galardón yo puedo añadir unos cuantos nombres. Con apellidos. Los míos. Y la pertinencia del premio podría justificarla con unas cuantas historias que escuché de niña o que, directamente, viví en persona, cuando todavía no había carritos de la compra amarillos y azules y las cartas viajaban en pesadas bolsas de cuero gastado.

Tuve la suerte de ver por dentro a dónde iban a parar las cartas que introducías en el buzón del edificio de Correos en Progreso. Y de comprobar también como se llamaba a la puerta de un vecino para entregarle una carta o un certificado y, de paso, se le preguntaba por la última visita al médico o por cómo se presentaba la vendimia.

Tuve la oportunidad de comprobar como una carta llegaba a Ourense sin más señas que el nombre del destinatario. Ni calle, ni piso, ni código postal. Y como había alguien que se empeñaba en que pudiera abrirla.

Así que ese Correos que conocí (y que ha cambiado tanto desde que yo lo veía por dentro) bien se merece una medalla.