«Insto a los políticos a que se preocupen, desde la educación, por el mundo rural»

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Santi M. Amil

El obispo de Ourense, Leonardo Lemos, no considera que exista desigualdad en la Iglesia y ve el envejecimiento como un problema social grave

02 dic 2018 . Actualizado a las 19:19 h.

«¿Conoces a Edith Stein? Fue la primera mujer que en los momentos difíciles del nazismo alemán entró en una facultad. La primera mujer que forma parte de un claustro de Filosofía. Y luego dio muchas charlas sobre el papel de la mujer en el mundo y su liberación. Puedes encontrar su biografía por Amazon», comienza explicando José Leonardo Lemos Montanet (Santiago de Barallobre, Fene, 1953), obispo de Ourense, nada más comenzar la entrevista en su despacho. Minutos antes, leía la correspondencia de un presidiario.

-¿Qué le gusta hacer al obispo en su tiempo libre?

-Me encanta la filatelia, pero lo que más hago es escribir. Ahora mismo estoy con un artículo y una carta pastoral para el clero. Pero poco tiempo libre tengo.

-Supongo que el Sínodo también requiere horas de dedicación.

-Tenemos más de 2.000 personas, del rural también, trabajando con mucha ilusión. Y no sabría decirte el número exacto pero son más de mil las proposiciones hechas ya por fieles laicos y seglares para reflexionar en la asamblea general. Yo creo que será un gran acontecimiento.

-En la misa del patrón de la ciudad habló sobre el envejecimiento y la despoblación en la provincia. ¿Cree que desde las administraciones se están poniendo soluciones a esta lacra?

-Las visitas pastorales llevan al obispo a las aldeas más pequeñas. Yo he visitado alguna parroquia con seis vecinos y es una lástima. Siempre que he podido he instado a los políticos a que susciten desde la Educación, incluso desde el punto de vista universitario, una preocupación por el mundo rural. Es necesario apostar por el campo con un proyecto de futuro.

-Tras la presentación de las cuentas de la diócesis dijo textualmente: «O destacamos positivamente lo que estamos haciendo, que se está trabajando mucho y muy bien, gracias a Dios, o nos dejamos apagar por ciertas noticias falsas que nos aplastan». ¿Se refería a los abusos sexuales?

-Los momentos de mayor sufrimiento y bochorno que he vivido desde que soy sacerdote, hace ya cuarenta años, fueron aquellos en los que me enteré por la prensa de todos estos crímenes que no se pueden repetir y que han cometido hombres y mujeres vinculados con la iglesia. También es verdad que algunos casos se reiteran en los medios, pero no me refería tanto a eso como a que las mismas noticias a veces se siguen publicando. Por ejemplo, si se cierra una iglesia al culto se repite la misma noticia en numerosas ocasiones.

-Empleó concretamente el término «fake news».

-Lo usan los periodistas, ¿no?

-El presidente de Estados Unidos lo utiliza mucho. ¿Qué opinión le merece esta figura?

-Ah, sí. Parece que está un poco obsesionado con ese término. Pues me resulta una figura desconcertante. No se si sirve esta respuesta, pero a más no sabría llegar.

-En esas mismas cuentas de la diócesis se reflejaba un descenso en el número de bodas, bautizos y comuniones.

-Es un problema que tenemos en la iglesia. Y de manera especial en el viejo occidente europeo. Bautizos no hay porque no tenemos niños, pero no niños que no vayan a la iglesia. Es que no tenemos niños en general.

-Quizás la gente no se acerca a la iglesia porque la iglesia no se acerca a los movimientos sociales como el feminismo.

-¿Feminismo? Si en la iglesia la mayor parte de las que llevan las tareas pastorales y organizativas son mujeres. Yo creo que esa no es una afirmación justa, porque si se analiza el número de personas que están trabajando en el Sínodo quizá el 90 % son mujeres.

-Pero el feminismo no implica que haya más mujeres trabajando, sino igualdad.

-Solamente hay un problema doctrinal. Y es que la iglesia reserva el ministerio ordenado para varones. Pero la historia de la iglesia está llena de mujeres de un fuste intelectual enorme. El don del sacerdocio es un regalo que se encomienda a varones, pero no significa excluir. La iglesia me eligió para el servicio de obispo, no al revés. No podemos plantear el feminismo desde la tesitura de los derechos porque ahí estamos igualados.

Santi M. Amil

«Tuve tentaciones cuando me propusieron ser obispo. Pensé que no era para mí»

Su padre deseaba que ingresase en la Escuela Naval Militar de Marín mientras él se debatía entre estudiar Derecho o Historia. Cuando cursaba COU asistió a una misa en la que sintió un escalofrío con la homilía del sacerdote. En ese instante supo a qué quería dedicar su vida. En la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma obtuvo la licenciatura en Filosofía Teorética y ocupó diferentes cargos en las catedrales de Santiago de Compostela y Ourense hasta que Benedicto XVI lo nombró obispo en el año 2011.

-¿Alguna vez dudó de su vocación?

-En cuanto al sacerdocio, nunca. He de decir que dudé cuando se me propuso ser obispo. Creía que esto no era para mí. Jamás había pensado en ello y no entraba en mis cálculos. Pero tentaciones contra mi vocación sacerdotal no he tenido.

-Actualmente la crisis vocacional es de los mayores problemas que tiene la iglesia. Este año se ordenaron dos sacerdotes. ¿Hay prevista alguna más en 2019?

-Habrá dos nuevos sacerdotes. Es verdad que tenemos una crisis vocacional y una situación compleja de analizar. Pero en esa crisis también influye el hecho de que las familias solo tengan un hijo o dos. Yo soy el mayor de cinco hermanos y uno de los jóvenes que se ordenan en 2019 es hijo único también. Con esas cifras poco se puede revertir la situación.

-Sin embargo, en el Seminario Menor aumentaron los alumnos.

-Sí, porque hemos dinamizado el plan de estudios y el centro con un método que copiamos de la capital del colegio Santa María la Blanca, reconocido con el premio PISA el año pasado. Pero no todos acabarán siendo sacerdotes, lamentablemente.