«Cierrabares»

Edith Filgueira DE ALGUNA MANERA

OURENSE

13 dic 2018 . Actualizado a las 12:24 h.

Han pasado casi dos años desde que el Ingrávito bajó la persiana de nuestras noches. Se esfumaron los bailes protagonizados por las rodillas de Lidia y el Johnny B. Good de Chuck Berry. El alcohol que de tanto twist y Rafaela Carrá acababa por el suelo. Las madrugadas con promesas de amor eterno que duraron lo que tardó en llegar septiembre. Dejó de existir nuestra trinchera camuflada.

Allí nos dejamos la voz y el hígado con cada chupito robado de la barra. La vergüenza entre el piso superior y el inferior, donde Arturo rompió el techo al colgarse.

Casi dos años después solo nos queda la certeza de que ese garito nos hacía indestructibles, que allí dentro no había límites. Y que los años nos han convertido en cierrabares a la fuerza. La perspectiva es corta todavía, pero el vértigo no deja de aumentar.

Hace dos fines de semana sonaba por última vez en la Urbe -Capital para nuestros predecesores- el I follow rivers de Likke Li. Tampoco habrá más copas de última hora allí.

La semana pasada me contaba Emilio, de otro bar mítico como es el Druida, que ya no se reparten tantas promesas de amor ni licor café como se hacía antaño. Sonaba en mi cabeza aquel A dónde irán los besos que guardamos, que no damos de Víctor Manuel, entre otras canciones, mientras charlábamos. A dónde irán las noches que ya no agotamos, me pregunto.

Y aunque no sea yo de dar consejos, voy a lanzar uno: libérense de las excusas en estas fechas. Cierren los bares con los amigos que la última vez siempre aparece camuflada. Nunca avisa ni da indicios de serlo.