Pedro Navaja

Edith Filgueira DE ALGUNA MANERA

OURENSE

16 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando las cosas llegan a los centros ya no hay quien las arranque. No lo digo yo. Lo dejó escrito Lorca en Bodas de sangre. Y pasa lo mismo con las personas.

Pepe llegó al centro de esta redacción y ahora no hay quien lo extirpe. Aunque en su mesa ya no haya papeles y no me traiga más la galleta que le ponen con el café.

Cuando uno escoge estudiar Periodismo -si es que se puede estudiar- lo hace con ciertos referentes en la cabeza. Y ninguno es de un periódico regional. Nos empachamos de historias como la de The New York Times y The Washington Post con sus archivos del Pentágono. Pero no prestamos atención a los que pulsan tecla durante años en publicaciones locales. Si lo hiciéramos, cuando un profesor de la facultad nos preguntase cinco periodistas de raza, el nombre de profesionales como Pepe Seoane saldría más a la palestra.

Pepe, en más de 33 años entre sucesos y juzgados, ha dejado constancia de que los silencios son igual de importantes que las palabras. Y de que no hay quien le tosa titulando -cruzo los dedos porque sea por la experiencia y no porque viniera así de fábrica-.

Cuando era becaria, una mañana de hace cuatro veranos, le pregunté qué estaba escuchando. Me puso sus cascos y empezó a sonar: «Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar, con el tumbao’ que tienen los guapos al caminar». Cada vez que la oigo me acuerdo de él. Aunque sea al otro lado del Océano Atlántico.

Los lectores, la competencia y sus compañeros lo vamos a echar de menos, aunque sepamos que está de parranda. Gracias por todo, Pedro Navaja.