Me vuelvo a liar entre la música y el deporte, pero en este caso los motivos son más lógicos, porque coinciden en mi mente dos noticias que me hicieron pensar (sic).
Por un lado, leía en el YES, la entrevista de nuestra compañera María Vidal a Andrés Calamaro. Vaya personaje, el argentino. Un Rodríguez en toda regla, qué tiempos aquellos. Cuarenta años de rock o de poesía, según se mire, porque si Bob Dylan recogió el Nobel de Literatura tres meses más tarde, el bonaerense puede recibir cualquier día un Cervantes y presentarse con gafas de sol en la ceremonia.
Y a mí que me gusta ajustar los auriculares en las orejas cuando salgo pasear (mi médico prefiere que camine en vez de correr), los doce temas del prolífico cantautor me vienen que ni pintados. Ya casi me sé de memoria sus verdades afiladas.
Seguramente no seré el único, ni en el parque carballiñés, ni en los poblados paseos fluviales de la capital ourensana, donde el running o el simple senderismo es casi vocación. Y ahí se mezcló mi segunda noticia, el inicio de una nueva edición del circuito Correndo por Ourense. Más carreras por los barrios de la capital, que no solo de ver el río vive el atleta. Quizás en las arterias de la ciudad no sean recomendables los cascos, ni desviar la necesaria atención con la música, pero tiene su punto recorrer O Vinteún a ritmo de Calamaro.
El populoso barrio abrirá la programación un año más -y van nueve- el 5 de mayo. Un nuevo pretexto para que los ourensanos hagan acopio de hábitos de vida saludable o, como diría Calamaro, seguir la misma dirección, la difícil, la que usa el salmón.