Todavía tenemos los pelos como escarpias -yo esto lo oída de pequeño-, al recordar las emociones que nos deparó el Rali de Ourense, el pasado fin de semana. Y asumo que el Cañón do Sil es un marco que trasciende de lo deportivo, por lo que la grandiosidad de la propia carrera se vio multiplicada el viernes, pero el regreso a Carballeda de Avia, Boborás y O Carballiño -bajando incluso de A Saleta en sentido contrario a la mítica subida-, ya fue bocato di cardinale para los aficionados que peinamos canas.
Es evidente que la prueba automovilística por excelencia en nuestra provincia sigue reivindicando año a año su consideración como una de las mejores del país. No en vano a la solera que desprende una carrera que nació como el sueño de Lalao Reverter, se han sumado a lo largo de los años propuestas imaginativas -y valientes en muchos casos-, para seguir en la vanguardia de la competición estatal.
Panorama en el cual destaca este año el Súper Campeonato de España de Ralis (S-CER), esa batalla mixta entre tierra y asfalto, en la que tan bien compite un alaricano de 22 años, Javier Pardo. Es la esperanza ourensana en el mundo del motor y toda una realidad, porque con una plaza de oficial en Suzuki, es capaz de salpimentar su ímpetu de juventud con una madurez que ya quisieran para sí otros deportistas más avezados.
Se quedó a las puertas del podio absoluto, pero su actuación encandiló a los incondicionales que cada vez lo siguen en mayor número. Y eso que talentos como el de Pepe López amenazan con dejar pocos asientos libres. Así son las carreras.