Las rutas por los parques naturales ofrecen sensaciones y experiencias únicas
30 jun 2020 . Actualizado a las 15:15 h.Ourense es naturaleza y aunque es la única provincia sin costa de Galicia, descubrirla no solo vale la pena para quienes la visitan en verano sino que asombra incluso a los propios vecinos de estas tierras. En tiempos de pandemia y de regreso al turismo de interior, la provincia ofrece oportunidades para no pensar en lugares lejanos y los parques naturales son un importante ejemplo. Sus rutas permiten organizar un verano lleno de sorpresas. En algunos casos recomiendan pedir permiso antes de adentrarse.
O Invernadeiro se encuentra en la parte sur del Macizo Central ourensano y pertenecen a la comarca de Viana, que linda con las de Terra de Trives y Verín. Para acceder al parque es preciso solicitar antes un permiso especial y las visitas en grupo no deben ser numerosas. La fauna es uno de sus mayores atractivos y, con suerte, los visitantes pueden ver desde corzos a ciervos o cabras montesas. Ser el único parque natural de Galicia sin poblaciones en su interior confiere a este espacio un áurea especial. Cuenta con varias rutas predefinidas: la del agua, las truchas o la de las ortigas.
El parque natural de A Enciña da Lastra es el más joven de los de Galicia y su entrada se encuentra en el concello valdeorrés de Rubiá. Alberga 25 especies de orquídeas, siendo la mejor representación del territorio gallego. Un paseo permite encontrar un gran número de especies mediterráneas como la encina -que le da nombre-, y otras aromáticas que perfuman sus prados, como el tomillo, el orégano o la lavanda. Enciña da Lastra tiene un total de nueve miradores que permiten disfrutar de imágenes panorámicas del valle del Sil. El viajero puede realizar rutas predeterminadas de diferentes dificultades. Están la de la Vía Romana, la propia del Valle del Sil o la de la Ermita de Santo Estevo, todas con zonas de descanso. Destacan las torres montañosas de los Penedos do Oulego, las formas del barranco del Val do Inferno o los cortados de Pena Falcueira. El Sil divide este sistema montañoso generando un cañón de fuertes pendientes y el estrecho de Covas constituye toda una experiencia para los viajeros que atraviesan en tren la comarca.
El tercer parque natural ourensano es el del A Baixa Limia-Xurés, que Ourense comparte con Portugal. Existen once rutas de senderismo para conocer de primera mano los valores del parque natural más grande de Galicia. A través de caminos agrestes y otros más suaves, aparecen aldeas con piedras de origen glaciar, que invaden sus paredes. Pasear por O Xurés obliga también a mirar al cielo. Más de 50 especies de aves, como el águila real o el águila-azor perdicera, conviven en estas tierras con corzos, ciervos, cabras montesas o caballos de raza galaico-portuguesa. El parque es vía romana y así lo atestiguan los miliarios que indicaban y recuerdan que estamos en plena paso entre las localidades de Braga y Astorga. En algunas de las rutas, como en la de Corga da Fecha, el visitante se encuentra con pozas de agua cristalina; y para acudir a otras es necesario solicitar un permiso especial en las oficinas del parque, con lo que se quiere conservar este lugar único. Se trata de las que A Cela-Pitões y Torrente-Salgueiro, aldeas de acceso regulado.
La ruta ourensana del Camino de Santiago
El Camino de Santiago Sanabrés, es una continuación de la Vía de la Plata que internan en Galicia por A Gudiña. Recorrerlo supone también un buen plan para este verano. El paso primitivo apunta a una primera etapa hasta Laza, un recorrido ahora condicionado por las obras del AVE, pero que conserva en buena medida su ruta original. 34 kilómetros que dejan ver el embalse de As Portas, el desfiladero del río Camba y rozar el parque do Invernadeiro. La segunda etapa discurre hasta Xunqueira de Ambía. Un total de 37 kilómetros en los que el peregrino, además de caminar, puede disfrutar del patrimonio cultural que encontrará en lugares como Soutelo Verde o Vila de Barrio. Y al llegar, la gran colegiata de Santa María La Real.
La tercera ruta acerca al visitante a la capital ourensana. Es la etapa más corta, 22 kilómetros, pero toca ver menos naturaleza y pisar más asfalto. Antes de llegar a al capital es bueno tomarse algo o pasear por las calles de Seixalbo. La última etapa ourensana nos lleva a Cea, dejando la capital por A Costiña de Canedo, todo un esfuerzo que vale la pena. Al llegar toca descasar disfrutando del buen pan. Desde Cea, el peregrino abandona la provincia, para adentrase en Pontevedra. A lo largo de casi 100 kilómetros el peregrino ourensano encontrará lugares donde hospedarse y comer, además de disfrutar de paisajes y patrimonio únicos.
Por Valdeorras
Una segunda ruta del Camino de Santiago cruza la provincia. Es el Camino de Invierno que atraviesa Valdeorras y que sirvió para que el peregrino que quería llegar a Santiago en invierno pudiera sortear las nueves de O Cebreiro. Llega a Sobradelo de Valdeorras desde las Médulas y enseguida aterriza en O Barco. El caminante debe seguir la línea férrea rozando casi con sus pies el Sil para ir de camino hacia A Rúa. Son 13 kilómetros que obligan a pasar por Vilamartín de Valdeorras, sorteando viñedos e incluso, si el tiempo lo permite, disfrutar de algunas de las cuevas enterradas en la piedra donde se guardan los caldos de estas tierras.
Hay dos singularidades que identifican esta ruta: una, cruza el parque arqueológico de Las Médulas, declaradas Patrimonio de la Humanidad, y la otra, que atraviesa gran parte de la Ribeira Sacra, aunque por el sur lucense, pendiente también de esta consideración.
Algunos ejemplos de románico
La provincia de Ourense atesora una de las mayores colecciones de arte románico de la península. Esta es una buena razón para conocerla recorriendo los lugares más especiales durante este verano. San Pedro de Rocas, Santa María de Montederramo, San Pelayo de Abeleda, Santa María de Xunqueira de Espadanedo, Santo Tomé de Serantes o San Pedro en Figueiredo son solo algunos ejemplos.
El monasterio de San Pedro de Rocas se remonta al siglo VI, y posiblemente es el conjunto más antiguo de España. Según las inscripciones de la lápida fundacional, conservada en el Museo Arqueológico, sus fundadores fueron siete varones que escogieron este enclave para retirarse a una vida de oración. El orgen de Santa María de Montederramo, con estilos renacentistas, gótico y románico, parece haber sido en la antigua iglesia de San Juan, donde radicaba como Monasterio en el año 1124. San Pelayo de Abelenda, en Castro Caldeas, fue uno de los centros monásticos más influyentes de la Ribeira Sacra y de la provincia. Algunos autores indican que se fundó en el siglo X. De Santa María de Xunqueira de Espadanedo no se conoce la fecha de su fundación, aunque su existencia está demostrada documentalmente desde el año 1174. De Santo Tomé de Serantes, en Leiro, destaca su entono natural y data de 1170. San Pedro en Figueiredo, en Paderne de Allariz, posee una parte de estilo románico siendo el resto barroco. Su parte más emblemática está en la puerta de la entrada y el cimborrio posterior. Son solo una pincelada del gran patrimonio por descubrir.