Espráis y leyendas urbanas

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Mon Devane, ante una de sus obras, en el hospital ourensano
Mon Devane, ante una de sus obras, en el hospital ourensano Agostiño Iglesias

El arte del creador urbano ourensano Mon Devane humaniza las calles donde trabaja

26 ene 2021 . Actualizado a las 21:05 h.

«Memoria de jóvenes airados. Vivo al norte del futuro y al sur de la esperanza». Loquillo.

El impacto visual de la obra del artista urbano Mon Devane constituye en sí una fórmula ilusionante de humanizar los muros y fachadas de la ciudad. Seducido por la cultura hiphop de los setenta, ingresa en las crews de la escena ourensana en el 2002 con una grafía y personalidad que revoluciona el mundo del grafiti en su vertiente más iconoclasta y escala monocromática de focos de neón y luces y sombras tan artificiales, edulcoradas y alternativas como sorprendentes.

De las tags o firmas, tres letras de su nombre en acerado metal y negro, al mural fotorrealista a gran escala, en la línea conceptual de Belin, artista urbano referente por su estilo hiperrealista con spray paint a mano alzada, sin plantillas, cuadrícula o proyector y creador de lo que Rubio Sabín definió como posneocubismo, fusión entre cubismo, hiperrealismo y grafiti y que se relaciona con Devane en los grandes formatos, el tema de la infancia y de los retratos monumentales y familiares y la maestría dada por la experiencia conocida del wildstyle, forma compleja de grafiti encriptada que incorpora formas y firmas, letras entrelazadas y superpuestas, flechas, puntas decorativas en múltiples capas e incluso transformar la estructura entera en 3D para falsear una perspectiva agregando profundidad visual.

Los retratos de Mon Devane, definidos como fotorrealismo monocromático con escala de color para incidir en las luces artificiales con destellos de neón de la semioscuridad de los locales nocturnos y para potenciar el impacto psicológico de las miradas gesticulantes y las expresivas poses en las que se enredan ecos de distintas vanguardias y es que independientemente del talento innato y la capacidad para reinventarse, Mon Devane, hijo y sobrino de artistas, lleva la raza Conde Corbal corriendo por sus venas.

Su lenguaje es rotundo y sobrecogedor, actúa sobre el paisaje y sobre el vacío, sobre los transeúntes y su tránsito diletante como un factor estimulante en su muralismo urbano contextualizando el código expresivo y el soporte plástico en dos direcciones: del lienzo al espacio urbano y de la calle a la obra portátil como en la exposición Escombros realizada en el espacio de expresión libre El Cercano dirigido por el carismático intelectual Moncho Conde Corbal.

Mon Devane, heredero del muralismo gallego con precursores tan notables como Luis Seoane, Prego o Virxilio y Alexandro, X. Quessada y Vidal Souto en la prisión de Pereiro de Aguiar dignificando con el lenguaje del arte y la libertad, los muros de la exclusión y del confinamiento, marcó su huella en el ansiado y desaparecido El Frente y se consolidó en Os Remedios con Notorius Big junto a obras de César Prada y Abraham Caride. Aunque una de las intervenciones más sorprendentes es la magnífica simulación de la praza do Ferro. El transformador de Fenosa en Oira lleva su firma.

Dentro de la humanización de los espacios hospitalarios con patrimonio artístico realizó murales para planta baja y sexta del EOXI para los que el artista urbano proyectó retratos colosales de recién nacidos con su marca turquesa y ciclamen de tonos fríos y alta temperatura expresiva.

Tipos populares gallegos y rostros conocidos contra la pared. Reivindica en homenaje a mujeres trabajadoras como la ostreira del mercado de La Piedra, Isabel, que hoy forma parte de la historia reciente y del perfil del Barrio de Coia en Vigo y a Remedios en Puxedo, la Campurriana de Reinosa ataviada con el traje tradicional. Oficios en peligro de extinción en esos tonos que imprimen a sus obras el carácter atlántico del azul oceánico y el verde del interior de Galicia.

Destacar y valorar la antropología cultural, revitalizar la idiosincrasia popular, el folklore, memoria e identidad.

Impone el retrato del actor Antonio Durán, Morris, el pequeño Salvatore de Cinema Paradiso, Mon Devane mezcla tradición y modernidad a través de su lenguaje maestro, fotográfico, preciso. El arte toma la calle. Una progresión del arte urbano en soportes polimateriales y festivales internacionales. La luz dura profundiza los rasgos de arista escultórica con el misterio del sujeto aislado. Provocación y tensión expresiva desde una inteligencia emocional y una sensibilidad extraordinaria, tras la observación del personaje que devuelve a su rostro regurgitado como un Saturno ansioso y lúcido que se proyecta en las miradas del insider consciente y el outsider de mirada ajena y energía fosforescente.