«Las culpas son individuales, cada uno tiene que cuidarse y cuidar de los demás»
OURENSE
La capital y O Barco se adaptan al endurecimiento de las medidas para combatir los contagios
02 oct 2020 . Actualizado a las 08:49 h.La evolución de la pandemia en los últimos siete días en la capital y O Barco ha obligado a la Xunta a tomar medidas más restrictivas con el fin de controlar la transmisión de la enfermedad. La principal norma, que se suma a las ya impuestas, fue la de restringir a un máximo de cinco personas cualquier evento social o familiar en la vía pública o espacios privados, a excepción de que sean convivientes. La primera jornada de restricciones se dejó notar sobre todo en las terrazas, aunque en ciertas zonas la distancia entre las mesas incumplía los dos metros obligatorios. Las aglomeraciones se pudieron ver en colas ante comercios, bancos e incluso a la entrada de los centros educativos, donde los padres esperaban casi en grupo la salida de los pequeños.
Pero el incumplimiento mayor se dio en los parques infantiles, sobre todo en los del centro de la capital. A primera hora de la tarde en la praza de San Antonio, grupos de más de diez niños jugando en el mismo parque, alguno sin mascarilla comiendo la merienda. También en el de San Lázaro, donde los padres se agolpaban para controlar a sus hijos. Y todo cerca de personas mayores que también disfrutaban de paseos por estos espacios.
En O Barco se vivió el primer día de restricciones para todos, ya que para los niños comenzaron el pasado viernes, cuando el Concello decretó el cierre de los parques infantiles. Desde el gobierno local decidieron ampliar las restricciones. Así, ya no habrá teatro y cine con aforo reducido, porque se cierra el Lauro Olmo. Además, se suspende el mercado del día 6 en Viloira.
Volvían las limitaciones de aforo en los comercios y en las terrazas, en cuyo interior está prohibido el consumo en barra. Muchos cambios, pero nada que la sociedad no viera venir ante el gran número de contagios y de brotes detectados en poco más de una semana. Pamen Cruz, vocal del comercio en Aeva, rebajó a tres el aforo de Estética Pamen. Podría dejar entrar a más personas a la vez, porque los metros del establecimiento lo permiten, «pero al estar trabajando yo, prefiero reducirlo». Veía con preocupación la situación, «porque vamos para atrás» en cuanto a la evolución de la pandemia y , además, se acerca el invierno. «Con los contagios y el mal tiempo la gente dejará de salir y acabaremos cerrando todos», decía. Lamentaba que se culpabilice el comercio y la hostelería de los brotes, «porque creo que las culpas son individuales, cada uno tiene que cuidarse y cuidar de los demás». Encina Villar atendía las mesas de La Maltería en la primera mañana sin servicio de barra (desde la reapertura tras el confinamiento el pasado 25 de mayo). Reconocía que habían notado ya la falta de muchos clientes de café de pie. «Hay gente que tiene tiempo para café rápido y en la mesa se prolonga mucho más el tiempo, además no hay tanto espacio... y hemos notado menos gente», contaba. No sabía si era por las restricciones, por la barra, o por el miedo.