El desvío por A Cañiza desde la A-52: una penitencia de 23 minutos, con baches y niebla

Rubén Nóvoa Pérez
Rubén Nóvoa OURENSE

OURENSE

Santi M. Amil

El cierre del túnel de Folgoso, en el límite entre Pontevedra y Ourense, castiga a los conductores a viajar por una vía convencional en mal estado

02 abr 2021 . Actualizado a las 11:50 h.

Jueves Santo. Con la movilidad restringida a los desplazamientos por Galicia, son muchos los ourensanos que tienen en Semana Santa el punto de mira en la zona de las Rías Baixas para pasar unos días de descanso en hoteles o segundas residencias. El viaje a la inversa también es emprendido por conductores que vuelven al interior a visitar a familiares o realizar turismo. El recorrido en dirección Ourense por la A-52 tiene una penitencia desde finales de enero, cuando ardió un camión en el interior del túnel de Folgoso. Desde entonces está cerrado para realizar tareas de reparación y los conductores deben desviarse por las carreteras N-559 y N-120 durante más de veinte kilómetros por la provincia de Pontevedra, justo en el límite con Ourense.

El viaje empieza con mal pie. Nada más coger el desvío el asfalto se vuelve rugoso y un cartel en la carretera anuncia el cierre de un carril de aceleración por un desprendimiento. Otro letrero anuncia baches y no engaña. El mal estado del firme, tanto en los cinco kilómetros de la N-559, como el resto de recorrido por la N-120 es una constante. También lo son las limitaciones de velocidad, que ralentizar el viaje. Son abundantes las limitaciones a 80 y a 60 kilómetros por hora debido a las sinuosas curvas del trazado. Las líneas continuas dificultan el adelantamiento de un tráfico que pasa de fluido en la autovía de las Rías Baixas a denso en el transcurrir por la nacional.

A la altura de Covelo llega uno de los puntos donde la velocidad se limita a 50 kilómetros por hora por atravesar un núcleo de viviendas. En el momento del recorrido realizado por La Voz, un camión averiado dificulta un poco más el viaje. Es el kilómetro 267 de la N-120. En el tramo final del ascenso al alto de Fontefría aparece un enemigo a mayores para el conductor: la niebla. De nuevo un carril de aceleración se encuentra cerrado en su parte final. Al llegar al alto de Fontefría comienza a desaparecer la niebla, pero también el comodín de los carriles de aceleración. En el descenso, el paisaje es espectacular y divisar A Cañiza al fondo, también ayuda a percibir que el fin de la penitencia está cerca. Al ser festivo, hay escaso volumen de camiones, pero durante los días laborables el viaje se hace todavía más lento.

Santi M. Amil

La llegada a A Cañiza devuelve a los conductores a imágenes del siglo pasado, donde la parada para comer el bocadillo de jamón era casi obligatoria. Muchos de los locales y terrazas pegadas a la carretera han recuperado ambiente. Justo al salir de esta población, y en el tramo final del recorrido, aparece a modo casi de despedida un pequeño tramo con fuertes baches. El final está cerca y el tráfico regresa a la A-52 en el punto kilométrico 269, 13 después de donde se dejo. Han pasado 23 minutos, con baches y niebla.