Arsenio Paz: «Recuperar las variedades antiguas de uva fue casi una labor de colonización»
OURENSE

Abogado, ex alcalde y viticultor, el fundador de Vilerma acumula una trayectoria repleta de proyectos
16 ene 2024 . Actualizado a las 11:22 h.«Hay dos formas de arruinarse, una rápida, con el juego, y otra lenta, que es con la agricultura». Con esta frase del papa Juan XXIII explica Arsenio Paz lo que supone dedicarse a la viticultura desde su finca, su querida Vilerma, ubicada en Gomariz (Leiro), y en la que vive y trabaja para sacar adelante una viña de seis hectáreas de la que sale uno de los vinos más reconocidos de la denominación de origen Ribeiro.
Pero este mundo no fue la primera opción para un inquieto niño de Caldas de Partovia (O Carballiño) que desde muy joven se marchó a estudiar a Vigo. Más tarde viajó a Santiago para estudiar Derecho y en 1963 se vio siendo alcalde de Leiro. «Yo era un rapazote y la verdad es que nunca supe como llegué a ser alcalde», rememora para este reportaje, si bien reconoce que «luego fui elegido como diputado por el partido judicial de Ribadavia», lo que le permitió desarrollar proyectos, como la pasarela peatonal o el grupo escolar. Con Victorino Núñez, que se incorporó como secretario aquel 1963, pusieron en marcha, en septiembre, la primera fiesta de la vendimia, que aún hoy se mantiene, y el cámping.
En 1967 puso rumbo a un nuevo destino. «Un amigo me invitó a irme a Vigo porque había un abogado que me necesitaba, así que me fui a trabajar con Roberto González Pastoriza, un gran profesional y mi mentor». Son muchas las anécdotas que guarda en su cabeza de aquella época, como la de un pleito que duró veinticuatro años. En ese tiempo Arsenio se involucró en la cooperativa vinícola del Ribeiro, que en 1975 tenía una importante deuda. «En cuatro años lo regularizamos todo», asegura. Su padre había sido socio de la entidad y había tenido viñas, y tras casarse con Asunción Labrador ambos decidieron comprar una finca en Gomariz, aunque no para plantar viñedos, sino para cultivar kiwis, un producto que estaba en auge en Galicia. «Por entonces yo era abogado de las empresas del grupo Fernández López, de O Porriño, que fue el que introdujo el kiwi en España, y empezamos con los experimentos con esa planta», recuerda. La experiencia no duró demasiado. «Mantuvimos unos años y luego los arrancamos, porque las temperaturas superiores a 30 grados les afectaban y en el Ribeiro los 40 son frecuentes en verano», recuerda.
Y así nació la bodega Vilerma. «Hacemos vino y vivimos allí, y hasta la pandemia aquello era un centro de reuniones, pero ahora ya no podemos hacerlas», resume con modestia, porque llegar a ser lo que son hoy ha costado mucho. «Fui el que empecé a recuperar las variedades antiguas de uva, aquello fue casi una labor de colonización», recuerda, asegurando que «cuando empezamos el ribeiro era un vino turbio, ácido y de baja graduación, y hoy está obteniendo éxitos grandes. Creo que fui un poco el pionero en esa batalla, junto con Emilio Rojo», asegura respecto a un camino al que se han ido incorporando muchos otros cosecheros.
Y no solo ha sido la apuesta por lo autóctono lo que ha supuesto muchas horas de trabajo a los propietarios de la bodega, sino también las dificultades para sumar metros a su propiedad. Adquirir tierras no fue sencillo. «Cuando compramos La Vilerma teníamos una hectárea; hoy tenemos seis, pero ha sido muy difícil porque hemos llegado a comprar parcelas de cien metros», reconoce Arsenio, que cree que el problema del Ribeiro es el minifundio: «Dividimos tanto las fincas que llega un momento en el que no sirven para nada».
De su bodega están a punto de salir entre 50.000 y 60.000 botellas de blanco y tinto elaborado con variedades como treixadura, loureira, albariño, godello o lado, «todas muy interesantes», afirma Arsenio, que se confiesa alérgico a la madera. «Lo de la barrica de roble me parece una herejía; yo el vino lo meto en acero inoxidable, tanto el blanco como el tinto», explica. Y aunque el año de la pandemia ha sido «malo», Vilerma ha logrado mantenerse con su parcela exportadora y con el esfuerzo de Arsenio y Chon por sostener el negocio, aunque dándole la razón a Juan XXIII asegura el viticultor que «con el vino no se gana nada». Eso sí, la afición es más que entretenida y sus recompensas trascienden lo material.
Quién es. Profesión. Su rincón.
Nació en 1935 en Partovia, O Carballiño.
Estudió la carrera de Derecho en la Universidad de Santiago y ejerció como abogado en Vigo. Fue alcalde de Leiro, entre 1963 y 1967. En la actualidad él y su mujer, Chon Labrador, mantienen un despacho de asesoría en Ourense, que compaginan con la bodega.
Su rincón especial es la finca Vilerma, en Gomariz. «Hacemos vino y vivimos aquí; es una zona privilegiada y posiblemente el epicentro de más calidad de O Ribeiro».
«Hay que fortalecer el rural, devolverle la vida que tuvo antaño»
A Arsenio Paz le gusta recordar que ya Cervantes citaba en sus Novelas Ejemplares el «vino Ribadavia» y que los reyes de Asturias y León tenían bodega y viña en Gomariz, pero también valora el esfuerzo que están haciendo muchos viticultores por sacar adelante vinos que ya están siendo muy reconocidos dentro y fuera de España. «El Ribeiro está en buen momento, seguimos teniendo bastante minifundio en las bodegas, pero en cuanto a calidad, es uno de los grandes y hoy está reconocido internacionalmente. Cada zona tiene su particularidad pero son excelentes y creo que hay futuro para la denominación», asegura. Eso sí, lamenta el abandono de zonas en las que antaño hubo fincas trabajadas. «Hay que fortalecer el rural, devolverle la vida que tuvo; hay gente que trabaja en Leiro y se va a vivir a la capital u otras localidades, y yo creo que hay que apostar por el rural y hacer vida allí. El ribeiro es una zona preciosa, privilegiada» reivindica.