Nogueira y Sobrino desean que el club «siga yendo tan bien como hasta ahora»
11 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Aunque los campeonatos se reestructuren y los nombres de las categorías cambien, un ascenso y un título de liga nunca dejarán de valer su precio en oro. El CD Arenteiro culminó este fin de semana una temporada ya histórica para el club, que además de llevarlo a competir, el curso próximo, en la nueva 2ª RFEF, lo hizo campeón de Tercera División. Es algo que, si bien nunca antes había conseguido, recuerda a una época en la que el club de O Carballiño llegó a disputar la pronto extinta Segunda División B.
Corría el año 1987 y, además de jugar en Espiñedo, la plantilla también entrenaba allí. Tras una buena temporada y una reestructuración en las categorías, con la segunda plaza en Tercera División, el Arenteiro alcanzó el ascenso. La mayoría de los futbolistas procedían de Vigo o de varios lugares de la provincia de Ourense entre los cuales destacaba la capital. A pesar de esta afluencia, la escuadra también contaba con jugadores carballiñeses, dos de ellos pobladores de la línea defensiva: Raúl Nogueira y Luis Sobrino.
Además de demarcación en aquella plantilla -ambos centrales, aunque Luis también jugaba de lateral-, Nogueira y Sobrino comparten el haber seguido al Arenteiro en esta temporada y el pensar que este club y aquel de finales de los ochenta no se parecen mucho. «O fútbol cambiou demasiado, antes era máis duro», coinciden, y aunque en la escuadra había talento de sobra para echar el balón a rodar y «jugar» -prueba de ello eran los exceltistas Quecho y Carlos Cantarelo-, ni Espiñedo ni el resto de los estadios de la categoría se prestaban tanto al toque como al «pelotazo» y el fútbol directo. «Aquelo era un barrizal. Había algún campo xeitoso, pero a maior parte eran moi peleóns», recuerda Sobrino.
En aquel entonces, la práctica totalidad de los jugadores tenían que compaginar el fútbol con un empleo, y a pesar de disputar la categoría de bronce, los entrenamientos del Arenteiro eran nocturnos. «Empezábamos sobre las ocho de la tarde y hasta las diez u once. Cuando había partido un domingo en el País Vasco o así, llegabas a casa a las cinco de la madrugada y al día siguiente tenías que ir a trabajar», dice Nogueira. Largos viajes por carretera que se hacían interminables -«aunque el chófer le pisaba», apunta Nogueira- y mucha entrega para cada semana, «los lunes o martes, volver a entrenar con ilusión», expone el central. Ahora, con el «equipazo que fixo Marnotes», valora Sobrino, el club plantea un fútbol muy técnico y dispone de un Espiñedo en mejor estado aunque, destaca Nogueira, «los kilómetros van a tener que hacerlos igual».
A pesar de todas las trabas que podía haber en 1987, el club consiguió permanecer aquella temporada en Segunda División B. 34 años después, estos dos miembros de aquel plantel que rezumaba «amistad y deportividad» esperan que el actual CD Arenteiro -que este lunes celebró el campeonato con visitas a varias instituciones- pueda mantener la categoría en una 2ª RFEF aún por estrenar. En palabras de Raúl Nogueira: «Ojalá les siga yendo tan bien como hasta ahora».