Tras varias negativas, consiguieron que un microbús las recoja en el pueblo
24 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Claudia, Daniela, Xeila y Rebeca viven en el lugar de A Casanova de Armeses, en el concello ourensano de Maside. Tienen 4, 7, 12 y 14 años y el curso escolar les trajo una novedad: el bus no llegaba a recogerlas a su pueblo para llevarlas al CEIP Terras de Maside, donde estudian. El año pasado un microbús se acercaba hasta A Casanova, pero el hecho de que haya otra parada a menos de dos kilómetros de su casa no obliga a ofrecerles este servicio que, en este caso, es transporte compartido con viajeros y depende de la Consellería de Infraestruturas e Mobilidade. Tanto las familias como la dirección del centro remitieron varios escritos a la Xunta para que valorase esta excepcionalidad. Esta misma semana recibían una negativa. Sin embargo, tras una nueva valoración, este jueves la consellería decidió dotar de un microbús a las pequeñas. El caso de estas cuatro niñas es, seguramente, parecido al de otros del rural ourensano.
Claudia, Daniela, Xeila y Rebeca andaban alrededor de un kilómetro. Un tramo, el de su casa hasta la parada del bus, que suponía recorrer una carretera sin aceras, por medio del monte, sin farolas y con tramos empinados.
Las mayores, Xeila y Rebeca, tenían que ayudar a las otras dos niñas a llevar sus mochilas de ruedas, que si se sumaban a la suyas podían llegar a pesar siete kilos, por la cantidad de material que deben llevar a diario al colegio. «Sabemos que a Xunta estipula a distancia de dous quilómetros para ter parada. Pero cremos que esa distancia non supón o mesmo para uns rapaces que vivan nunha cidade ou nunha vila que para os dos pobos», explica María del Carmen Grande, la madre de las dos niñas más pequeñas.
Ella y su marido trabajan por turnos y aunque algunos días podrían acercarlas en coche hasta el centro educativo, no sería posible siempre. Acaba de empezar el otoño y a las 8.30 horas es de día en la localidad, pero dentro de pocas semanas, y tras el cambio horario, este trayecto lo tendrían que hacer de noche. «Cando saes do pobo é todo monte. En pouco tempo sairán sendo aínda noite e non digamos cando empece o frío e a choiva. Chegarían molladas á parada», relata Roberto Fernández, uno de los padres. Y es que desde A Casanova hasta el lugar en el que las recoge el bus no hay un solo rincón en el que poder refugiarse, solo un túnel en el medio del camino, sobre el que pasa la AG-53, sin iluminación y lleno de charcos de agua. Además, el tramo que a una persona adulta le llevaría 15 minutos, para las niñas, sobre todo para las de 4 y 7 años, se hace mucho más largo.
Los padres explican que la carretera por la que anduvieron estos 15 días está muy transitada por los coches durante todo el año, ya que es paso para una cascada de la zona. «Hai moitos xabarís, corzos... E tamén cazadores», añade el padre. Un cúmulo de circunstancias que hacen de ese kilómetro, afirman, un tramo muy inseguro para las cuatro niñas. «Eu mesma, a veces saio a andar e nunca o fago por esta estrada, porque andas un pouco soa. Vives nerviosa tamén por pensar que alguén pode parar o seu coche e facerlles algo. Son moi pequenas. Temos medo por elas, van por medio do monte por unha estrada sen luz», lamenta María del Carmen. Tras recorrer el kilómetro entre el monte, Claudia, Daniela, Xeila y Rebeca llegaban a la parada, al lado de la N-541 en Listanco. Subían a un autobús, vacío, que en pocos minutos las dejaba en el colegio. Hoy no será así. La Xunta decidió que un microbús las recoja, seguras, cerca de sus casas.