Isabell Seidel expone sus investigaciones plásticas en la sala Mur Marxinal hasta el 20 de noviembre
08 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.«El color y yo somos uno mismo. Soy un pintor». Paul Klee.
El siempre sorprendente concept store Mur Marxinal, además de ser un híbrido espacio multidisciplinar, comprometido con el medio y la sociedad, dirigido por Goretti González y Hélder Costa, presenta una magnífica exposición de la artista Isabell Seidel cuyo impulso intelectual de investigación y renovación estética le inspiró a la experimentación del lenguaje plástico a través de distintas técnicas. A lo largo de esta profunda inmersión en el estudio del trazo y del color, la artista muestra en el espacio que Mur Marxinal destina a la exposición y promoción del arte, los distintos proyectos que derivan de esta notable exposición.
El impulso del internacional #the100dayproject —idea de un diseñador gráfico en el confinamiento provocado por la pandemia para animar su actividad creativa desarrollando durante cien días la exploración de una idea y mostrando cada día una pequeña obra— motivó a la artista que dirigió sus investigaciones plásticas a la reflexión sobre el color, el trazo y la forma, experimentando con distintas técnicas e integrándolas en el papel como superficie plástica, aproximando al espectador la rutina desconocida del artista en el trabajo de estudio.
Este primer impulso activa su reflexión y experimentación, analizando la descomposición de los volúmenes en planos enfrentados por manchas de color convertidas en espacios, planos, distancias, profundidades y alturas.
Perspectivas aéreas que recrea en los minipaisajes que origina desde un lenguaje abstracto, escenas de contrastes de luz y sombra que sugieren alturas, valles y acumulaciones acuosas que se diluyen con el gesto cada vez más personal e interiorizado de cada pieza en las tachas, líneas, reservas y trazos expandidos en los que dibujo y espacio plástico forman un todo en profundidad y superficie.
Un todo que invade toda la obra en una orografía de color, brillo y opacidad que responden a los patrones originales de los artistas estudiados y que se van concretando a medida que se desarrolla el proceso hacia su enfoque personal. Es en este proceso de investigación que revisa el factor expresivo del color en las obras de artistas del pasado, generando una sinergia creativa. Establece un análisis de la obra de un artista bajo la mirada de otro.
La primera pintora a estudio es la decimonónica artista finlandesa Helen Schjerfbeck a través de tres de sus numerosos autorretratos, Autorretrato de 1912, siendo su paleta de color extraída a través de una exploración digital que Isabell imprime y recrea en su cuaderno, mezclando tonos y saturación.
Del descubrimiento del color, surgen estos minipaisajes basados en la paleta de la artista analizada. Primeramente, sus líneas fluidas y manchas hábiles, anulan el factor decorativo y son espontáneas, luego se irán perfilando los detalles y un ejercicio de introspección plástica le conducirá a ir modificando la paleta original que derivará en la expresión de un lenguaje cromático propio, véase la evolución cromática en Tribute to Day 112. Nos hemos adentrado en el segundo proyecto, que originará la presente exposición, Synthese. Isabell construye en el lienzo o papel un lugar de acción en el que se ve el impacto del proceso de creación o work in progress.
En esta evolución hacia la pintura pura, revisa la obra de August Macke, del grupo Expresionista Der blaue Reiter y la de Paul Klee, volviendo a experimentar con la técnica de la acuarela, papeles pigmentados que originan luces diluidas y amarillas, texturas y erosiones, manchas, nebulosas y brillos especulares dominados por las iluminaciones de un blanco que, por ausencia, es el soporte plástico y afirma la autonomía del cuadro frente al reconocimiento del motivo. La paleta contemporánea de Erin Gregory, de cromáticas asalmonadas y oliva, sube tono y energía en la final de la Seidel, que concentra una abstracción orgánica más psicológica que retiniana, sinfónica, en la que varias formas están subordinadas a una principal con una plenitud simbólica de formas no referenciales y expandidas que acompañan con lirismo al plano pictórico diseccionado por el dibujo incisivo y lúcido, el trazo firme del lápiz que afirma un espacio fértil e infinito, siendo, su paleta, más cálida y menos contrastada que la de Anne-Sophie Tschiegg.
Una tercera fase de experimentación expuesta, son los soportes que muestran las interferencias entre el cuaderno y este proyecto expositivo, donde pueden verse las alteraciones cromáticas segregadas en rectángulos a modo de paleta plástica.